Conclusiones del congreso de la Unión Industrial Argentina
La incorporación de plantas que elaboran el biocombustible a partir de maíz hace posible la mezcla al 10 por ciento, incluso analizar en el corto plazo llevarla al 12 ¿A qué se debe un crecimiento tan veloz de la actividad? Sus referentes hicieron un recorrido de los puntos sobresalientes desde el surgimiento de la industria.
“Bioenergía, desafío y oportunidades para Pymes y grandes empresas”, es el lema que eligió el departamento de Infraestructura y Energía junto al de Medio Ambiente de la Unión Industrial Argentina (UIA) para convocar a los máximos referentes del sector de los biocombustibles en nuestro país a un congreso en Capital Federal que se propuso evaluar las perspectivas del negocio de cara a los próximos años.
La cita tuvo lugar ayer, desde las 8:30 de la mañana hasta las 13 en punto y contó con exposiciones de primer nivel: Héctor Huergo y Claudio Molina de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Víctor Castro, Director Ejecutivo de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO), Juan Facciano, directivo de la Cámara Argentina de Empresas Regionales Elaboradoras de Biocombustible (CEPREB), Oscar Rojo, presidente de la Cámara de Alcoholes, Miguel Almada, coordinador del Proyecto Probiomasa, Miguel Fernández de Ulivarri de la empresa Ledesma, José Luis Martínez Justo, presidente de Ambiental Solutions S.A, además de los miembros del departamento de Medio Ambiente e Infraestructura de la UIA, entre otros.
A su turno, Claudio Molina, director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, recordó los hitos más importantes que marcaron al bioetanol. En sus primeras palabras, el directivo resaltó el desarrollo alcanzado por la industria y reconoció no sólo la apuesta de las empresas locales, sino también las políticas que lo hicieron posible.
“Todo esto es realidad porque hubo una política de Estado, que si bien tuvo vaivenes, y se presentaron diferencias entre el sector público y privado, hubo un presidente, que a través de sus asesores y ministros, entendió la importancia que tenían los biocombustibles para el país. Fue Néstor Kirchner”, arrancó Molina.
¿Por qué llevó tiempo explotar este recurso en Argentina? Molina explica que “en el año 2006 la producción nacional de naftas fue de 5.89 millones de metros cúbicos, mientras que el consumo ese año fue de 4.26. Plantear el desarrollo de bioetanol de naftas era difícil porque había excedentes”.
Poco a poco señala que la relación fue cambiando: “el año pasado se obtuvieron 7.6 millones de metros cúbicos de naftas y el consumo fue de 8.2; hubo un faltante de 550.000 m3”. Esta necesidad es la que vino a solucionar el Bioetanol. “Permite sostener ese desbalance entre la producción de consumos y naftas”, fundamenta.
Aprovechando que el congreso se encuentra debatiendo la ley de presupuesto para 2015, Molina cuestionó el esquema impositivo que rige para los combustibles importados, ya que no pagan impuestos internos, afectando a la industria de los biocombustibles. Para las petroleras es más rentable comprar gasoil y naftas en el exterior que biodiesel o bioetanol en nuestro país.
“En 2006 hacíamos comentarios de cómo veíamos el desarrollo de los biocombustibles, hablábamos de tecnología, de generar una escala adecuada, de la importancia de la integración con los productores, de establecer alianzas estratégicas, armar plan de negocios orientado a mercado interno y externo. Luego de 8 años esos planteos se han cubierto. En 2006, en abril se sancionó la ley 26.093, que luego fue reglamentada en 2007 por Néstor Kirchner. El estado hizo su parte importante, estableciendo la legislación; después vino una reforma para promocionar la política de etanol y una serie de normas complementarias; esto hizo que desde 2010 se pusiera en práctica el mandato de corte, porcentaje que fue creciendo”, recuerda con orgullo Molina, siendo que participó activamente desde los comienzos del rubro.
Sobre la Resolución 44, publicada por la Secretaría de Energía en el boletín días atrás, que obliga a las refinerías a agregar en las naftas una proporción de Bioetanol del 10 por ciento, pero altera el esquema de precios, planteó: “en principio habría que preguntarse si debió aplicarse a las empresas que hoy están operando, cuyas inversiones se hicieron en momentos complicados del país, durante la crisis de 2008 y 2009, o habría que aplicarla para nuevos emprendimientos”. No está de acuerdo en “cambiar las reglas de juego a la inversiones que ya estaban”.
Otra pregunta que se hace Molina apunta contra la diferenciación en el pago a los productores de caña de azúcar y de maíz: “¿Es razonable?”. Son todos temas que propone revisar. También cuestionó la transferencia de ingresos hacia el sector petrolero: “No es un tema menor, el consumidor está siendo cautivo de esta política”.
Entrando en número finos, Molina indicó que “destilerías de bioetanol, fundamentalmente maíz, (pero podría explotarse el sorgo y el trigo) son 5 y tienen capacidad para elaborar 515.000 m3/año”. En total, sumando el generado a partir de caña de azúcar la producción alcanza el millón de metros cúbicos aproximadamente.
“La resolución es muy valiente, porque lleva el corte al 10 por ciento, y sobre todo porque hay mucha oposición infundada contra los biocombustibles. No entiendo la posición de las automotrices, cuando en Brasil se utiliza un porcentaje mucho mayor; si se mantienen las reglas de juego y nos ponemos a trabajar en conjunto, podemos llevar el corte al 20 por ciento”, asegura Molina.
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