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Especialistas sostienen que por su tarea cotidiana, el personal de las expendedoras se enfrenta al desafío de estar permanentemente observado. “La exposición impulsa al empleado a mejorar sus experiencias con los clientes”, afirman
Las contingencias de un presente signado por incertidumbre sobre los precios y salarios, la inestabilidad social y política, así como la crisis y el estrés cotidiano, también se trasladan a los automovilistas, transportistas y personas que utilizan sus vehículos con diferentes objetivos, sin embargo, confluyen todos en un mismo escenario: el surtidor.
Así lo consideran los especialistas en Capacitación, que se transformó en un sostén fundamental de la actividad estacionera y que en los últimos años, llevó a los playeros y empleados de minimercados a superar su concepto básico de despachantes de naftas o café, hacia la concepción del “vendedor” de playa o de tienda.

En ese marco de situación, el especialista Gustavo Bramante, destacó a surtidores.com.ar que “los trabajadores del sector hoy integran una estructura que bien puede ser comparada con el programa televisivo `Gran Hermano´, donde su tarea cotidiana enfrenta el desafío de estar permanentemente observados, intencionalmente o por casualidad”.
Por ello, consideró que este tema, en el cual la exposición es permanente, la profesionalización adquiere una importancia nunca antes vista, porque estas “auditorías periódicas, impulsan al empleado a mejorar sus experiencias con los clientes para lograr los objetivos que los propietarios de la estación o las mismas petroleras, les imponen”.
Bramante detalló que este “ojo omnipresente” está conformado por componentes tales como el “cliente incognito”, las cámaras de seguridad, los chips de seguimiento de las operaciones diarias, los mismos celulares de los clientes que de acuerdo a su estado de ánimo pueden transmitir en redes algún acontecimiento agradable o incómodo que haya vivido al momento de consumir en una Estación de Servicio y otros tantos puntos que hacen al compromiso del vendedor hacia su empresa y su cliente.
En este contexto, opinó que el esfuerzo sano y positivo por hacer mejor sus tareas y sentirse parte del proyecto general de su lugar de trabajo convierte al empleado en un nexo entre lo que puede ser un buen momento o una experiencia de satisfacción para un comprador que llega en algunos casos agobiado por las circunstancias personales, sociales o cotidianas. “Es allí donde el valor agregado se hace realidad”, observó.

Se trata de la técnica de Mystery Shopper, que promete mejorar la calidad en la atención de los consumidores. Un aspecto esencial para multiplicar ventas en los tiempos que corren.
LA EMPATIA COMO ESTRATEGIA
Por su parte, la consultora y entrenadora Psico-Comercial, Laura Crespi aportó su visión a este medio respecto de la coyuntura social y su impacto en la relación, playero/cliente, para dejar en claro que el principal componente de contención es la “empatía”.
En ese caso, abordó la cuestión entendiendo que lo que pueda estar pasando afecta tanto al cliente como al trabajador, porque el precio del combustible impacta en ambas personas, con lo cual, llamó a valorar el rol que el empleado tiene en el negocio para asumir que el consumidor es quien trae los recursos necesarios para que la empresa siga en pie.
Al respecto, la titular de la Agencia de Marketing y Capacitación “Impulsar Ventas”, ponderó que “afirmar el rol que se tiene en el lugar de trabajo lleva a que sea mucho más fluido el proceso de empatía y comprensión de la persona a quien se está atendiendo”.
Crespi aconsejó manejar la “frustración”, escuchando al cliente y prestándole debida atención, lo que abre la puerta a que vuelva al negocio porque “cargar combustible es una verdadera necesidad”.
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