El derrotero de las denominadas “Estaciones sin bandera”, se caracterizó a través del tiempo por su irregularidad y su directa relación con los vaivenes de la economía doméstica y en esta crisis, la situación no fue diferente.

“El año que termina para las Blancas no fue positivo, porque es un sector que subsiste mientras el mercado esté normalizado, ya que pueden adquirir producto un poco más barato que las oficiales y ser punto de referencia de las localidades más alejadas de los centros urbanos”, consideró a surtidores.com.ar, el empresario Mauro Lapacó.

Claro que ese no fue el escenario 2022, dominado por la fuerte escasez de producto y precios regulados. “Subsistieron las que hoy expenden GNC, ya que pudieron `tapar los baches´ que les dejaba la falta de gasoil”, agregó.

Bajo estas condiciones, Lapacó descartó la posibilidad de una ola de embanderamientos de las expendedoras Blancas. “El proyecto de Moreno incluía una alianza con la petrolera venezolana cuando Chávez gobernaba, pero en los hechos sabemos cómo terminó”, sostuvo.

A pesar de ello, las nuevas marcas continúan ofreciendo las posibilidades de alianzas estratégicas con los estacioneros que ostentan esta condición mediante contratos menos exigentes que las de las empresas tradicionales, a la espera que los precios se “sinceren” y las dificultades para conseguir combustible para su reventa vayan disminuyendo.

“En las localidades donde las petroleras no llegan, los habitantes locales le compran el combustible a quien conocen personalmente en muchos casos y tienen trato cotidiano a través de los antecesores”, señalaron distintos operadores blancos consultados por este medio.

Mientras tanto, en la Cámara de Diputados se espera recuperar estado parlamentario el Proyecto de Ley para declarar a las Estaciones de Servicio Blancas en “Emergencia”, para que a través de una ley se les reconozca el rol social que cumplen.