Estos sistemas de verificación cotejan además del linaje de los combustibles, el caudal expendido en un lapso de tiempo mediante control de stocks, totalizadores de surtidores y cruce de información de las compras.



Mediante una gestión de muestreo de cada hidrocarburo –tomando doble muestras para un posterior análisis o realizándolo in situ- se investiga el índice de octanos en las naftas y cetanos en el gasoil, para llevar adelante la comparación con la composición de los combustibles de la empresa.



Muchos aspectos concernientes con la calidad tienen directa relación con la seguridad; de allí el celo con que las inspecciones auditan este punto. La falta de elementos o incumplimiento de normas básicas son los principales causantes de accidentes en las estaciones de servicio, por ello las petroleras intentan advertir al operador de distorsiones provenientes de una deficiente operación de despacho para corregir errores.



El hincapié en la calidad, puesto de manifiesto en los periódicos controles que las empresas de bandera llevan a cabo, apuntan a la excelencia de los productos expendidos y a la confianza que el consumidor deposita en ella.



El programa de auditoría a la cantidad y calidad de los combustibles cierra el circuito para el que fue gestado: mediante la acción de verificar la inalterabilidad de los productos desde las plantas al despacho para satisfacer y aumentar la satisfacción del cliente, se pone a prueba la lealtad a la marca del operador.



Pero más allá de los controles particulares las estaciones de servicio pasan por el ojo supervisor de la Secretaría de Energía, a través de su área específica, que es la Subsecretaría de Combustibles. Desde este organismo realizan inspecciones periódicas: se toman muestras de nafta súper, común y gasoil de estaciones elegidas al azar y, gracias a un convenio de asistencia técnica con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), se hace el análisis en el laboratorio para determinar si cumplen con los parámetros establecidos por la Secretaría.