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Con hasta 1.200 lavados mensuales y una operación de bajo costo, se consolidan como un negocio que combina tecnología, bajo costo operativo y rápida recuperación de inversión, transformando espacios en desuso en nuevas fuentes de ingresos.
El modelo de lavaderos automáticos en Estaciones de Servicio se consolidó este año en el país como una alternativa rentable y de rápida implementación. La experiencia de operadores que ya lo incorporaron muestra que la combinación de tecnología, baja demanda de personal y recuperación acelerada de la inversión convierte a esta unidad de negocio en una apuesta atractiva.
Juan Enrique Cabrera, director del área comercial de Emona, confirma que los proyectos avanzan con fuerza. “Las compañías ya comenzaron a analizar este modelo, instalando lavaderos en sus estaciones de bandera con muy buenos resultados y estamos trabajando para innovar en este sentido”, explica en diálogo con surtidores.com.ar.

El atractivo para el usuario radica en la rapidez y conveniencia. “Un cliente puede lavar su auto en un tiempo de entre 7 minutos y 11 minutos, dependiendo el programa elegido, sin bajarse del vehículo y con la posibilidad de hacerlo en cualquier momento que la estación permanezca abierta”, detalla Cabrera.
La gestión del cobro es flexible: desde pagar en tienda —generando ventas cruzadas en gastronomía y productos— hasta de manera digital. Incluso se prevé la integración con aplicaciones como la de YPF, replicando la lógica de los Boxes o de cargadores eléctricos.
El proceso de lavado es una secuencia definida: primero se aplica shampoo sobre la carrocería seca, luego los cepillos realizan pasadas ida y vuelta acompañados de agua, se activa el sistema de alta presión en los laterales y parte superior (en caso del programa más completo), y finalmente se aplica una cera secante antes del secado con turbinas de aire. En total, el ciclo completo incluye entre cinco y seis etapas que aseguran un acabado brillante en menos de 11 minutos.
El costo de instalación de un equipo es variable dependiendo de la configuración tecnológica. Con una demanda estimada de 800 a 1.200 lavados mensuales, las estaciones pueden alcanzar el punto de equilibrio en un plazo corto y comenzar a generar ganancias sostenidas.
Asimismo, la vida útil de las máquinas se estima en 10 años, lo que brinda un horizonte amplio para amortizar la inversión y consolidar el negocio.
Una de las ventajas más destacadas es la posibilidad de reactivar superficies ociosas dentro de la estación. Cabrera ejemplifica con el caso de Entre Ríos, donde tres equipos fueron instalados en sitios que habían quedado en desuso tras el cierre de lavaderos antiguos. La obra fue mínima: retirar las máquinas viejas y colocar las nuevas, reduciendo así el costo inicial.
De este modo, los lavaderos automáticos se presentan no solo como una unidad de negocio rentable, sino también como una herramienta de reconversión de espacios, contribuyendo a maximizar la productividad de cada metro cuadrado disponible en las Estaciones de Servicio.
INNOVACIÓN
“Hoy una máquina cuenta con sensores que regulan la presión, pantallas táctiles para control operativo y conectividad para mantenimiento remoto. Es una tecnología que nada tiene que ver con la de los años 2000”, afirma Cabrera.
Los sistemas incluyen la herramienta Smart Wash, que permite a las estaciones monitorear lavados, programas más utilizados y recaudación. Además, pueden integrarse con terminales de pago en tiendas, aplicaciones móviles o incluso tótems digitales.
Permite, también, proponer estrategias de fidelización como establecieron algunos operadores que ya ofrecen paquetes prepago de lavados, lo que facilita acuerdos con flotas corporativas y clientes frecuentes.
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