Un nuevo paradigma
Aunque fueron muchos los problemas a los que se tuvieron que enfrentar los empresarios estacioneros con las restricciones por COVID-19, esa época de pausa, pensar y seguir, permitió que las tendencias se aceleren y el potencial de los negocios explote.
Los desafíos son moneda corriente para cualquier empresario y tener los ojos bien abiertos para estar atentos a las oportunidades, es una obligación. Durante los meses más restrictivos de la pandemia por COVID-19, en donde la incertidumbre se apoderó de todo el mundo, hubo tiempo de parar y repensar qué futuro habrá para cada negocio.
De esta manera, tuvo lugar la re-significación de las Estaciones de Servicio para sus dueños y adaptarse a la nueva realidad. Tal fue el cambio de hábitos y costumbres que se repensaron las estructuras y funcionalidades de las instalaciones. El titular de PON Estudio de Arquitectos, Arq. Patricio Pon, comenta a surtidores.com.ar de qué manera se reactivó la construcción en las estaciones y cómo capitalizar el aprendizaje que la pandemia le dejó al sector.
Para él existen 4 puntos fundamentales que este período de crisis puso en evidencia y hay que aprovechar para potenciar los negocios: la atención de una Estación de Servicio es una actividad esencial; automatización de la experiencia de usuario; arquitectura flexible y adaptada; y, por último, unidades de negocios complementarias a la venta de combustibles.
Sobre el primer punto, Pon declara: “Las estaciones demostraron ser esenciales, atendiendo los 365 días del año las 24 horas, de manera que su servicio se puede resentir pero no puede dejar de trabajar. Esto no es un dato menor dado que su arquitectura e infraestructura debe estar preparada para soportar esa intensidad y dar respuestas ágiles”.
Como consecuencia de esto, sugiere que la arquitectura, lo operativo, la imagen y las prestaciones deben resolverse de manera integral. Si se trabaja de esta forma, pueden emplearse sistemas, productos y diseños que resistan esa exigencia para dar respuesta a la contingencia y no resentir la rentabilidad del negocio.
Sobre el segundo punto, detalla que la automatización produce una mejora en el volumen de venta más rápidamente. “Vimos que la automatización del proceso operativo de la estación se transformó en una necesidad inmediata ante la aceleración de casos de operarios contagiados. Del mismo modo, la reducción de los tiempos de carga y el empleo de sistemas de compras remotos, se encuentran en la misma línea de acción entre la mejora del servicio, la experiencia de compra y el cuidado de la salud”, sostiene.
En cuanto a la arquitectura flexible y adaptada, el profesional señala que la pandemia demostró que el diseño y construcción de la infraestructura no puede pensarse solo en términos de reducir costos y optimizar los metros cuadrados en superficie de consumo. Con el cambio de los hábitos sociales, el arquitecto asegura que tuvieron que adaptar la forma de diseñar: proponiendo espacios más abiertos, con ventanas grandes donde antes no se pensaban, lugares de descanso en el exterior o disponiendo cocinas pensadas a futuro para cubrir el servicio de Drive Thru.
Asimismo, contemplando el mantenimiento, incorporaron criterios de flexibilidad en la experiencia de compra: pensando en el camino del cliente y en las condiciones de salubridad.
Por último, algo que ya se veía como una tendencia pero que se aceleró por la crisis económica evidente: la necesidad de multiplicar los servicios que ofrece cada estación, complementarios al despacho de combustibles. En este sentido, Pon afirma: “Cuando la rentabilidad se resiente, las decisiones en el armado del abanico de unidades de negocio que componen la propuesta comercial del complejo de servicios es clave para su sostenimiento”.
Más allá de las dificultades atravesadas durante esta etapa, los operadores vieron que lo fundamental era lograr diferenciarse de la competencia, conociendo su contexto, potenciando sus capacidades y como concluyó el arquitecto, realizando las adaptaciones necesarias en la infraestructura para automatizar los procesos, mejorar la experiencia de los clientes, reducir costos operativos y de mantenimiento sabiendo que todo ello repercute en el volumen de facturación y la imagen de la marca.
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