Evaluar los daños producidos en los terrenos por derrames de combustibles demora poco tiempo y en principio los estudios se pueden desarrollar desde la superficie, sin necesidad de romper el suelo, en horarios que no afectan el normal funcionamiento del negocio; los riesgos crecen en las bocas de expendio más antiguas
La contaminación del subsuelo de las estaciones de servicio es una problemática que debe resolverse por obligación de las autoridades medioambientales. Por lo general, los restos de hidrocarburos se suelen concentrar en áreas muy pequeñas y es por eso que en la mayoría de los casos los expendedores no tienen conocimiento de la fuga producida debajo de la playa de carga.
En estos casos, el Ingeniero Juan Cristóbal Rautenstrauch, representante de Solbio, una empresa de investigación, desarrollo y provisión de soluciones biotecnológicas para la Bioremediación de aguas y suelos contaminados, para el Biotratamiento de residuos orgánicos gaseosos, líquidos y sólidos agropecuarios, industriales y urbanos, sugiere como primera medida implementar la técnica de geo-radar. “Se hace el mapeo de la pluma de contaminación para determinar la profundidad y el grado” de afecciones a los ecosistemas, explica.
Asegura que “es un proceso eficiente, barato y que no es invasivo” y que “con esa pluma se puede determinar dónde están ubicados los tanques de combustibles”; ejemplifica que “funciona como una suerte de radiografía de tres dimensiones del subsuelo que permite determinar que está pasando en la tierra”.
A la vez este mecanismo posibilita realizar extracciones seguras de material que luego son analizadas en el laboratorio. Rautenstrauch afirma que “con esta muestra se confirma el estudio, que es una suerte sacabocado, para después comenzar con el procedimiento de saneamiento”.
Desde Solbio realizan las reparaciones a partir de elementos y mecanismos propios de la biotecnología. Tiempo atrás, los comercios que pertenecen a la marca Pemex, la petrolera estatal de México, contrataron los servicios de la compañía, obteniendo grandes resultados.
El ejecutivo explicó cómo ejecutan los trabajos: “hacemos perforaciones en la pluma contaminada y ponemos un caño cribado, que adentro tiene un tapón a rosca; luego inoculamos productos biotecnológicos que se desplazan por las mismas fallas del terreno donde se desplazó el hidrocarburo”. De esta manera van saneando las regiones afectadas; en un plazo máximo de ejecución de seis meses.
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