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A casi dos años del inicio del proceso de liberalización de los precios, los operadores minoristas enfrentan un escenario de fuertes contrastes. Si bien el mercado avanza hacia un esquema más transparente y competitivo, las estaciones no han visto reflejados esos cambios en la sustentabilidad económica de sus negocios.
El mercado de los combustibles en Argentina atraviesa una etapa de transición marcada por la liberalización de precios, la caída del consumo y la presión de los costos operativos. La medida, impulsada con la promesa de fomentar la competencia y la eficiencia, aún no logra traducirse en una mejora para las más de 5.000 expendedoras que conforman la red nacional de Estaciones de Servicio.
De acuerdo con el análisis de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines -dado a conocer en el Foro Regional de Estaciones de Servicio realizado días atrás en Cartagena- entre fines de 2023 y octubre de 2025 el país avanzó hacia un esquema de precios libres, con el objetivo de reconocer valores de paridad de exportación para el petróleo y paridad de importación para los combustibles refinados. Sin embargo, el proceso estuvo condicionado por los vaivenes macroeconómicos, las oscilaciones de la demanda y la falta de capital de trabajo en el canal minorista.

Lejos de los beneficios esperados, la desregulación puso en evidencia la fragilidad del modelo operativo de las Estaciones de Servicio. “El cambio no ha significado una mejora en la rentabilidad de nuestros negocios”, resumen desde CECHA. La pérdida de capital circulante durante la transición, la carga impositiva y el incremento de los costos de mantenimiento y personal impactaron de lleno sobre los márgenes.
A octubre de 2025, los precios promedio por litro mostraban un fuerte incremento en pesos corrientes: $1.494 para la nafta súper y $1.765 para la premium; $1.543 para el gasoil común y $1.742 para el de mayor calidad. En dólares —tomando un tipo de cambio de $1.460— los valores se ubicaban entre USD 1,02 y USD 1,21 por litro, equiparables a los de los mercados internacionales. Sin embargo, la demanda total de combustibles registró una caída del 16,28 por ciento en la comparación punta a punta, lo que revela el impacto de la inflación y la desaceleración de la actividad económica sobre el consumo interno.
El estudio también destacó la presión que representa la estructura de costos laborales. Con un salario conformado promedio de $1.344.385 y un costo laboral total de $1.947.117 por operario, los gastos en personal se consolidan como el principal componente dentro de la operación.
De cara al futuro, CECHA propone concentrar los esfuerzos en cuatro ejes estratégicos:

La entidad advirtió, además, que la historia energética argentina ha oscilado entre la regulación y la desregulación, generando incertidumbre entre los operadores. “El camino hacia la liberalización debe ser sostenido, más allá de los problemas coyunturales de rentabilidad que genera la transición”, sostienen.
En este contexto, los estacioneros reclaman previsibilidad y condiciones equitativas para competir. La liberalización, concluyen, solo podrá consolidarse si va acompañada de una política energética que proteja al eslabón minorista, verdadero punto de contacto entre la industria y millones de usuarios en todo el país.
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