Desde su irrupción en el mercado argentino, el Diesel Premium no para de crecer. YPF lo presentó en sociedad en 2008 (Shell lo había anunciado dos años antes pero el Gobierno lo prohibió) y desde ese momento la demanda se amplió de tal manera que los despachos en estaciones de servicio se duplicaron en los últimos cuatro años.

Este producto, cuyo contenido máximo de azufre es de 50 partes por millón, asegura mejores prestaciones, mayor rendimiento, cuidado del medio ambiente y una mayor vida útil de los sistemas de tratamiento de los gases. Es por esa razón que es el recomendado de las nuevas tecnologías motrices.

Según revelan las estadísticas oficiales, la venta al público de este combustible trepó de 872 millones de litros en 2010 a 1.551 el año anterior. Su consumo sufrió un bajón en 2012, previo a la nacionalización de YPF, cuando al grupo español se le retaceaban las divisas para pagarlo, ya que todo el caudal que vuelca  a sus bocas de expendio es importado.

La petrolera estatal es la líder del segmento con el 61.2 por ciento del market share, Shell es la que le sigue y Axion completa el podio. El posicionamiento del resto resulta irrelevante ya que  estas tres marcas concentran el 95 por ciento del mercado.

Definitivamente, el diesel Premium es el producto de mayor expansión, sin embargo muchas estaciones de servicio aun no disponen de él. Algunas como consecuencia de no formar parte de la estrategia comercial de la empresa que las embandera, en tanto que otras porque sus instalaciones no se encuentran en condiciones de almacenarlo.

Lo cierto es que aquellas que aun no lo cuentan entre su abanico de ofertas ven sin dudas como merma su rentabilidad. Es que su competidor más próximo, el diésel Grado 2, comúnmente denominado “del trabajo” por ser utilizado por el agro y la industria, va perdiendo terreno en los surtidores. Algunas bocas incluso, ya no lo ofrecen.