Los cambios de rumbo de la economía parecen erigir a las estaciones de servicio en verdaderos amperímetros de la conducta de los consumidores. En este caso principalmente de los automovilistas, que reaccionaron vertiginosos ante los aumentos de precios de los combustibles.

Según un relevamiento efectuado por surtidores.com.ar en distintas estaciones de servicio, son pocos los que llenan el tanque y por el contrario muchos los que piden un corte. La carga promedio, señalan desde el sector, es de 100 pesos, aunque son numerosos los que reclaman un importe menor.

Este tipo de modalidad requiere la presencia del personal junto al surtidor de modo permanente impidiéndole brindar una atención más personalizada. “La situación atenta contra la excelencia del servicio” apunta un expendedor que hace de esa consigna su bandera para mantener la clientela.

Incluso afirma que más allá de la cantidad que cargue, el automovilista es muy exigente. “Quieren que les limpien los vidrios o les revisen las gomas, es una prestación que demanda mucho tiempo y que en ocasiones se hace muy difícil de poder brindar”, lamenta.

El GNC tampoco está exento de esta particularidad ya que no son pocos los que piden al playero 10 o 20 pesos.  ”Aquí se complica más porque no se puede presetear el surtidor como en la nafta y hay que quedarse al lado del vehículo si o si”, puntualiza el estacionero.

De este modo el escenario actual presenta una disyuntiva complicada de resolver. El quid de la cuestión es la rentabilidad que brinda esta actividad que impide decidir inversiones coyunturales como ser la contratación de personal. Al respecto, en una encuesta efectuada por este medio, el 57 por ciento de los escrutados opinan que reducirán la planta laboral antes de fin de año.