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El acuerdo que alcanzaron tres empresas de peso en el negocio – entre ellas YPF – finaliza el 31 de octubre. ¿Cómo se va a mover el mercado? Los expertos analizan los factores internos y del contexto internacional que condicionan la política del Ministerio de Energía y Minería.
La organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) acordó esta semana un tope máximo de extracción de petróleo tras un largo debate durante un encuentro informal en la capital de Argelia. El grupo decidió limitar el volumen de producción diario a un máximo de entre 32,5 y 33 millones de barriles, lo que implica una reducción de casi 750.000 barriles diarios en comparación con agosto de este año.
Si bien fue un paso en firme, recién en noviembre se terminará de resolver esta acción en conjunto en la reunión ordinaria de la institución. Todavía falta consensuar posiciones con Rusia e Irán, dos actores de pesos a nivel global. Mientras tanto, estas promesas ya empezaron a surgir efecto en el mercado: el crudo Brent subió hasta 49,96 dólares.
Además de esta situación externa, Victor Bronstein, Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys) pone en el tablero la situación del empleo en las provincias productoras – principalmente del sur, donde el gremialismo es fuerte – y sobre la cuestión social, por el impacto de las subas en el bolsillo de los automovilistas.
“No queda clara la política; no creo que en la situación actual tiendan a aumentar los combustibles”, opina el especialista. Y analiza que “si el dólar se mantiene más o menos estable y el precio del petróleo no aumenta no debería haber un gran cambio” en los surtidores en el corto plazo.
“Es un tema complicado; hoy el precio del barril criollo es más alto que el internacional y desde el punto de vista económico no se está aprovechando la baja a nivel mundial. Pero lo que ocurre es que en otros países generó serios problemas en el empleo. En Estados Unidos se perdieron 200 mil puestos de trabajo”, sostuvo Bronstein.
Puertas adentro, el especialista reconoce que con el subsidio “se intentó evitar ese impacto sobre las provincias productoras”.
Ahora bien, para el consumidor considera que no es un esquema que lo beneficie: “la nafta está más cara que en los países de la región”. Estima que “entre un 10 y 15 por ciento más alto”.
Lo que Bronstein aclara también es que “no hay un mercado competitivo”, por eso cuando baja el valor del barril en el plano local no siempre se traduce en rebajas en las estaciones de servicio. “Tres empresas manejan más del 80 por ciento”, apunta en relación a la participación de ventas.
“Las perspectivas es que por ahora la recuperación del petróleo es más lento de lo que se pensaba”, concluye Bronstein.
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