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Londres, Madrid y Barcelona son algunas de las que han implementado políticas que desalientan el uso de los automóviles privados.
Europa avanza firme hacia el cumplimiento de sus metas de reducción de emisiones de cara al año 2030 y lo hace con medidas variadas en los frentes que más aportan a la contaminación, la industria y el transporte.
Es sabido que el continente europeo es uno de los más pujantes en lo referido a transición energética, reducción de consumos y energías renovables. Recientemente Madrid y Barcelona habían implementado zonas de bajas emisiones, es decir, grandes espacios en el centro de sus ciudades en la que los automóviles más antiguos y contaminantes no podían circular o debían pagar una multa de alrededor de 200 euros por hacerlo.
Las zonas de baja emisión restringen la circulación para aquellos autos o camionetas de gasolina anteriores al año 2000 o Euro III y los diésel anteriores a 2006 o Euro IV.
Sin embargo, recientemente, distintos tribunales de justicia en España ordenaron la cancelación de las zonas de bajas emisiones ya que consideran que las restricciones impuestas, se exceden en su ámbito geográfico y en el tipo de vehículos afectados. España deberá resolver esta contienda legal durante 2022, año en el que todas las ciudades con más de 50.000 habitantes deberán presentar sus zonas de baja emisión que comenzarían a funcionar durante 2023.
Por otro lado, Londres ha sido una pionera en poner un “impuesto” por ingresar o circular en la zona céntrica de su ciudad. Este peaje se impuso hace varios años y el principal motivo no fue medioambiental. Es que el tráfico se había vuelto insoportable para sus residentes y de esta manera el gobierno alentaba el uso de transporte público por sobre cualquier otro medio.
Sin embargo, como los Taxis y Uber estaban exentos de esta medida su popularidad creció durante los últimos años y el problema que había encontrado una solución volvió a aparecer. Ahora, además, se suman los objetivos de reducción de emisiones que tiene el Reino Unido, por lo que Londres ya tiene una Zona de Baja Emisión presente en toda su ciudad.
Es por ello que la nueva propuesta del ayuntamiento londinense es la de actualizar el peaje que se cobra a los usuarios por ingresar a la ciudad (que va desde 18 euros a 33 euros para los vehículos más contaminantes), por un sistema en el que los conductores paguen por cada kilómetro recorrido dentro de la ciudad.
De esta manera, las grandes urbes europeas mirarán de cerca el resultado de Londres que quiere implementar este sistema antes del fin de esta década y, además, ampliar las restricciones a vehículos contaminantes al Gran Londres.
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