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El Gobierno Nacional hizo un esfuerzo fiscal para que a partir del primero de enero se cumpla el compromiso de reducir en un 5 por ciento los valores al público, como consecuencia de la baja del crudo en las plazas extranjeras. Luego de mucho tiempo quedó reflejada la importancia que tiene la carga impositiva en el mercado. ¿Se continuará por esta vía?
A través del Decreto 2579/2014, publicado el 31 de diciembre en el Boletín Oficial, se facultó al Poder Ejecutivo para aumentar o disminuir entre un 10 y 20 por ciento las alícuotas de las naftas que se comercializan en el país. Fue gestionado por el Ministerio de Economía, que conduce Axel Kicillof, con el objetivo de lograr que los proveedores apliquen una reducción del 5 por ciento en sus combustibles a partir de 2015.
Como era de esperar, luego del consenso alcanzado en las reuniones entre las grandes empresas petroleras y los funcionarios de la cartera económica, las pizarras se actualizaron casi en forma automática en todo el país. Con esta medida, quedó en claro a los ojos de los consumidores que, el Estado, a través del cobro de impuestos, es un actor fundamental en la cadena de valor de la industria.
De acuerdo a datos de las cámaras empresarias el costo promedio de producción de un litro de nafta súper representa el 47 por ciento; el ITC 26 por ciento, Impuesto al Valor Agregado (renta) 12 por ciento, margen de la boca de expendio 9 por ciento, Ingresos Brutos 3 por ciento, Tasa Hídrica 2 por ciento, Impuestos Municipales 0.4 por ciento y Flete 0.6 por ciento.
Ante la consulta de este medio, Ángel Luis Bigatti, contador, operador de YPF y presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Formosa, expresó: “primero que nada que el precio está influido en una medida superlativa por impuestos nacionales; el Estado obtiene la mitad de una actividad de riesgo, que implica buscar el petróleo, procesarlo, transformarlo, trasladarlo en barco u otros medios a los centros de distribución, y desde ahí por camiones a lugares alejadísimos”.
Por eso observa como positivo el hecho de que se utilice a la merma de los tributos como herramienta para abaratar los productos en las bocas de expendio. “Es una buena señal”, planteó el dirigente, aunque considera que es el primer paso. Todavía asegura que se debe ajustar aún más el esquema tributario.
Anatocismo fiscal
Bigatti insiste en advertir que las autoridades cometen un delito cuando aplican el 0.6 por ciento sobre los débitos y créditos bancarios de la recaudación por las ventas de naftas y gasoil. “Un 60 por ciento de lo que depositamos son gravámenes; en lugar de ser reconocidos, nos cobran impuestos sobre los impuestos recaudados; yo lo llamo anatocismos fiscal y es un delito”, sostuvo.
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