Responsabilidades compartidas: los errores por cargar el combustible equivocado se pagan entre todos

Cargar el combustible equivocado es una de las fallas más frecuentes en la actividad diaria de una estación de servicio. En general, el problema se advierte al instante y se soluciona in situ sin demasiadas complicaciones, el verdadero trastorno surge si el auto sale a la calle y comienza a rodar ya que a los pocos metros el motor acusa el golpe de haber sido abastecido con el producto inadecuado.

Una de estas situaciones ocurrió en una estación ubicada en la ciudad de Mar del Plata. En la búsqueda de un resarcimiento económico, un automovilista denunció ante la justicia que le cargaron nafta por gasoil e imputó al comercio y a la compañía de seguros que brindaba cobertura, pero además sumó a la petrolera que embandera la boca de expendio.

La queja de la compañía se hizo oír, no obstante, la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Mar del Plata decidió responsabilizar solidariamente a YPF. Argumentó el fallo en base en el beneficio  económico que recibe de la utilización que el vendedor hace de su logo, como forma de atraer consumidores que caen en la creencia de contratar directamente con el proveedor del producto.

La empresa se defendió sosteniendo que fue la estación de servicio quien colocó el logo. Sin perjuicio de ello, le quitó trascendencia al hecho porque el producto de su marca no incidió en el resultado dañoso, aclarando finalmente que “no hubo participación de YPF en ninguna etapa de la producción del siniestro”.

Los jueces, sin embargo, afirmaron que a la empresa no le asiste razón. Fundaron sus dichos en que la Ley de Defensa de Consumidor no abarca sólo a quienes hayan puesto su marca en el producto o servicio, sino también a todos aquellos donde no se haya intentado evitar que otros la coloquen. Resultan comprendidos tanto los titulares de las marcas que han creado esa situación de hecho, como también los que de alguna forma la han dejado crear (art. 40 ley 24240, López Mesa, Marcelo, “La apariencia como fuente de obligaciones”).

“Tales procederes se presumen objetivamente de la existencia de la identificación, dando por sentado que conducen al mismo resultado en que se apoya la sentencia: el público acude confiado en el prestigio de la marca y del nombre comercial, sin preocuparse por si el vendedor es un empresario autónomo o no”, precisaron.

Agregaron en su sentencia que “la comercialización de hidrocarburos de una  sola marca, típica de estaciones de servicio de bandera, junto a la uniformidad con que éstas se presentan frente al público, es susceptible de proyectar esa imagen hacia los consumidores e instalarles esa creencia”.

Finalmente remarcaron que “la utilización del logo atribuye la capacidad para crear la confianza de que no sólo el producto que se vende reúne la calidad reconocida a la marca, sino asimismo el servicio mediante el cual se procede a su venta”, para de este modo justificar la condena a la ahora petrolera estatal.