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Una nueva agresión contra un empleado puso de manifiesto la preocupación de todo el sector, ante el riesgo de transformarse en el objeto de recepción del disgusto generado por la crisis.
La situación económica y social que atraviesa nuestro país y que exaspera los ánimos de las personas, deja a las Estaciones de Servicio en una posición incómoda y muchas veces peligrosa, por la interacción cotidiana que este tipo de comercios mantiene con la comunidad.
La semana pasada, nuevamente la agresión y la intolerancia se hicieron presentes en una Estación de Servicio, donde tal cual lo muestra el video de la cámara de seguridad del establecimiento, un cliente agredió con un cabezazo en el rostro a un playero.
La discusión surgió de acuerdo a lo que le explicó Martin, el trabajador agredido, cuando con motivos de hacer cumplir los protocolos de seguridad que norman la carga de GNC, le solicitó al propietario de la camioneta que no tocara unos cables sueltos que el vehículo tenía, a los que el individuo insistía con manipularlos en el mismo momento que la manguera del surtidor estaba conectada cargando el combustible.
“La oblea estaba al día, pero la persona insistía en hacer contacto con los cables a pesar de que estábamos cargándole GNC en lugar de aguardar a la finalización de la operación. Ante este evento, le reiteré el pedido para que dejase de tocar el cableado y su respuesta fue una agresión que me dejó el rostro sangrando”, lamentó en diálogo con surtidores.com.ar, el empleado del establecimiento.
Inquieto aún por el hecho sufrido el pasado 1 de julio, la víctima recalcó que especialmente durante la noche “nos sentimos desprotegidos porque no solamente debemos atender a clientes que se acercan con intenciones violentas, sino que el crecimiento de la inseguridad nos pone en alerta”.
“Tengo que agradecer el acompañamiento del dueño de la Estación y de mis demás compañeros con quienes siempre en estos casos tratamos de estar cerca para ayudarnos y contenernos”, dijo.
El empresario Alejandro Di Palma por su parte, reclamó a las autoridades que entiendan que los estacioneros no son quienes deben responsabilizarse por hacer cumplir las normas que les cabe a los funcionarios del Estado, especialmente cuando por el solo hecho de cumplir con el trabajo cotidiano, se está exponiendo la integridad de las personas.
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