Preocupan los faltantes
La intervención del gobierno en los surtidores está provocando el corrimiento de la demanda del canal mayorista hacia las Estaciones de Servicio. Hay dificultades para conseguir combustibles en casi todo el país.
La regulación de los combustibles -congelados durante mayo 2021 a enero 2022 y luego contenidos desde diciembre 2022 hasta el presente- ocasionó una grave distorsión en el mercado, causando, entre otras cosas, una brecha de precios histórica con los países vecinos.
Utilizando el tipo de cambio del dólar contado con liquidación como referencia, el precio del litro de gasoil en Uruguay supera en un 305 por ciento al de Argentina. En Brasil, la diferencia es del 242 por ciento, en Chile se ubica en el 225 por ciento, y en Paraguay, alcanza el 186 por ciento.
Asimismo, durante 2023, los combustibles han quedado rezagados frente a varias variables económicas. Mientras que el dólar oficial sufrió una devaluación del 98 por ciento, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) escaló un 80 por ciento, y la inflación mayorista llegó al 87 por ciento; los precios de la nafta y el gasoil en las Estaciones de Servicio aumentaron solamente un 57 por ciento.
En este contexto, no se ha identificado un pico de demanda de gasoil que justifique estos precios. Sin embargo, se ha observado un marcado desplazamiento de clientes mayoristas hacia las Estaciones de Servicio en lugar de utilizar los canales habituales.
En condiciones normales, el litro de gasoil en el segmento mayorista debería valer aproximadamente un 5 por ciento menos que en los surtidores. No obstante, debido a la intervención de precios de venta al público, el valor a granel supera el 20 por ciento.
Otro dato importante a considerar es que la producción de gasoil aún resulta insuficiente para dar respuesta al consumo local y en consecuencia la mayoría de las empresas deben importar a un valor determinado por el dólar contado con liquidación.
Algunas petroleras comenzaron a limitar las cargas de gasoil en sus terminales de despacho
Cada litro importado tiene un costo de US$ 1,98, pero el precio promedio de venta al público es de tan solo US$ 0,36. “Esta disparidad podría volverse insostenible en un futuro cercano si no se implementan correcciones, pero la magnitud de la brecha hace que su resolución a corto plazo sea incierta”, opinaron al respecto fuentes del mercado.
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