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En las provincias limítrofes con Paraguay y Brasil las estaciones de servicio reciben a diario vehículos de otros países, que se acercan exclusivamente para cargar naftas, aprovechando la disparada de la moneda norteamericana. Por el momento no se reflejan problemas de abastecimiento.
Consumidores de países vecinos cruzan la frontera con el único objetivo de acercarse a los comercios argentinos para abastecerse de combustibles a bajo costo. Es una historia que se repite cada vez que se devalúa la moneda, ya que aumenta el poder compra de los turistas. Actualmente, el dólar en el mercado informal cotiza cerca de los 15 pesos.
Ángel Luis Bigatti, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Formosa, explica que “el valor del combustible en Argentina expresado en guaraníes, en bancos y casas de cambio del Paraguay, resulta menor al precio en surtidores del país vecino, por lo cual los transportistas eligen llenar los tanques al ingresar a nuestro país por Formosa o Misiones”.
Si bien el esquema impositivo que rige actualmente en estas dos naciones vecinas es menor, Bigatti sostiene que “existe una asimetría estructural, en razón de que Paraguay no dispone de petróleo ni de gas natural”, por lo que ofrece los productos a un valor alto. A pesar de los aumentos de precios por parte de las petroleras, del 60 por ciento en un año, “aun así para los turistas Argentina es una alternativa rentable”, puntualiza.
No obstante este panorama, Bigatti aclara que “las ventas en Formosa se mantienen dentro de los niveles históricos”. Por el momento, el aluvión de consumidores que se refleja en los establecimientos se mantiene en los parámetros de años anteriores; el empresario no percibe una demanda superior.
Un relevamiento realizado a principios de septiembre por cámaras empresarias del rubro muestra que respecto de Paraguay, la nafta súper cuesta un 54 por ciento menos, el Euro Diésel 45 por ciento y el gasoil grado 2 un 26 por ciento. En 50 litros, que en promedio puede almacenar un auto, la diferencia es importante.
Es por esto que surgieron puestos callejeros en ciudades que están por fuera del límite argentino, que además de violar normativas que prohíben la venta y distribución de combustible en áreas inadecuadas, ponen en riesgo la vida de las personas. En los barrios marginales, los “kioscos” se multiplican, habilitados por el nulo control de las autoridades competentes.
El tema preocupa y mucho porque las refinerías locales no están en condiciones de afrontar un incremento de los despachos. De hecho, gran parte del gasoil que se comercializa fronteras adentro ya es importado. En la misma dirección avanza el negocio de las naftas.
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