Los problemas de inseguridad impulsaron el uso de tarjetas para la compra de combustibles

La utilización de tarjetas de crédito y débito en las bocas de expendio ya es un hecho generalizado. Todas las marcas las aceptan, a pesar de que significa resignar un 18 por ciento del margen de ganancia, por una serie de factores que se introdujeron en el negocio en los últimos tiempos.

Alberto Boz, vicepresidente de la Cámara de Expendedores de Santa Fe, reconoce que “en una época había resistencia” por parte de los operadores, pero a partir de la creciente ola de robos a playeros y empleados de mini-mercado, empezaron a ver en la bancarización una solución más que un problema. “Es una manera de sacarse el efectivo de encima”, puntualiza.

Por otra parte, fue el propio mercado el que orientó este proceso: hay más competencia entre las petroleras, tal como se refleja en la política de precios nivelados con YPF, lo que redunda en mayores cupos de abastecimiento para la red.

Ofrecer este medio de pago, es para muchos consumidores que tampoco circulan con gran cantidad de dinero en la billetera una vía rápida y segura para conseguir combustible. De hecho, con esta facilidad se animan a realizar la carga completa del tanque, a pesar de que cuesta por encima de los 600 pesos en todo el país. Así es cómo las bocas de expendio tratan de seducir clientes.

“La red de Shell en nuestra provincia acepta tarjetas en todos los productos”, sostiene Boz. Anteriormente, el dirigente cuenta que sólo era permitida esta alternativa en las variedades Premium, que son más caras y dejan una bonificación mayor.

También indirectamente motivó el cobro diferido las inspecciones que realizó la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), exigiendo la existencia del posnet. En gran parte del país hubo recorridas de los inspectores, resultando en algunos casos clausuras y suspensiones. En Cuyo, las provincias del Norte y la Costa Atlántica, fue más evidente.