Activar/Desactivar Leer Página
El Ministro de Energía y Minería trabaja a capa y espada para lograr que no se incrementen los precios de los combustibles en el surtidor, luego del ajuste del tipo de cambio. En tanto, para evitar regulaciones unilaterales, deberá guiarse por dos mecanismos que en el fondo no está del todo de acuerdo.
Mientras todavía pertenecía al sector privado como CEO de Shell, en 2005, Juan José Aranguren se enfrentó duramente con Néstor Kirchner, por entonces presidente, por una medida que aplicaba control de precios al consumidor. Con esta reacción, Aranguren expresaba su defensa del libre mercado.
Si bien hoy mantiene estos principios, tal como se observa en las medidas que dejó entrever en estos diez días de asumir en funciones, lo cierto es que él preferiría que las naftas y gasoil se “estabilizaran” luego de la devaluación de la moneda, en función de la oferta y demanda.
Hoy busca otras opciones, a pedido de los equipos económicos de Mauricio Macri de acompañar con decisiones que eviten un aumento de la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. Es parte de un equipo y las decisiones son analizadas por su impacto en conjunto.
Para lograr este objetivo, Aranguren muestra actitudes que ya mostró en tiempos anteriores: prioriza el diálogo, y por eso convoca a todos los actores a sentarse a una mesa de diálogo. En esto es firme y nadie espera una resolución al estilo Guillermo Moreno, el ex Secretario de Comercio.
Pero lo cierto es que ni está de acuerdo en que el barril de crudo permanezca en torno a los 75 dólares en la plaza local, divorciado de las referencias internacionales, como tampoco en ordenar un congelamiento en las pizarras hasta abril, luego de las negociaciones paritarias.
Por eso avanza hacia un esquema intermedio, gris, que suena lógico de acuerdo a Cristian Folgar, ex Subsecretario de Combustibles: “el crudo va a estar por encima del mercado internacional pero debajo de lo que está actualmente”.
En definitiva, la idea de Aranguren es compartir el riesgo: los productores con un petróleo más barato, las refinerías cediendo parte del margen y los usuarios soportando el ajuste, aún no definido. Incluso no se descarta que haya una disminución impositiva en el surtidor, para que el Estado también haga su aporte.
“Si se sostiene el crudo en 75 dólares las refinerías no van a poder aguantar hasta abril”, asegura Folgar, a pesar de que los márgenes han crecido en los últimos tiempos al punto de permitir importantes inversiones en ampliación de las destilerías y de las redes de estaciones de servicio.
“Si hubiera mejores precios para el gas podría pedirle a los productores de crudo que hagan el esfuerzo. Pero al tener los valores planchados se complica la cuestión, porque la renta que perderían por cobrar el crudo más bajo no la recuperarían”, agrega Folgar.
Por su parte, reconoce el plan que están implementando las autoridades: “Soy optimista. El 2016 va a ser un año de transición pero un buen año porque van a mejorar las expectativas de la industria. Y hasta ahora el Gobierno está tomando medidas sensatas”.
Respecto de Vaca Muerta, el yacimiento de hidrocarburos no convencionales, Folgar supone que “2016 no va a ser un boom, pero va a traer más inversiones de las que hubo en 2015; es un período de transición; los cambios positivos se van a ver en 2017 y 2018”.
DEJANOS TU COMENTARIO!