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A la espera del marco regulatorio, el sector vive días de análisis, pero también de fuertes advertencias sobre la política que se implementará al momento de instalar un opuesto de carga no tradicional.
La reglamentación de los surtidores móviles genera expectativa, pero también polémica en el sector. La liberalización del mercado de hidrocarburos avanza en Argentina, y con ella, los estacioneros empiezan a recalcular su lugar en un nuevo mapa comercial.
Mientras, el artículo 1° del Decreto 46/25 habilita el autodespacho como una modalidad optativa, que podrá implementarse en algunas islas de carga de las estaciones ya establecidas, el apartado 4° oficializa la existencia de “estaciones móviles“, definidas como depósitos autónomos portátiles equipados para el abastecimiento de hidrocarburos, que podrán operar en forma fija o móvil, con condiciones reglamentadas por la Secretaría de Energía.
Con esto, el Gobierno busca impulsar un modelo más flexible, adaptado a zonas de baja densidad poblacional o eventos temporales, pero los estacioneros advirtieron que la falta de regulación territorial podría generar competencia desleal.
Sin embargo, los estacioneros calcularon que, sin criterios de localización, equidad y control, el sistema puede derivar en una “canibalización” del mercado, con consecuencias negativas para las PyMES del sector, muchas de ellas empleadoras intensivas y pilares de la economía local.
En este contexto, desde la Cámara de Estaciones de Servicio de Santiago del Estero, su presidente Jorge Saad dialogó con surtidores.com.ar y fue contundente: “Hay que distinguir dos temas. El autodespacho en estaciones físicas nos parece correcto, siempre que se mantenga la posibilidad de coexistencia con el despacho humano. Pero lo que sí genera preocupación es el tema de las estaciones móviles. No puede ser que se instalen en cualquier lado”.
“Aquella empresa que decida instalar una estación móvil sin restricciones geográficas, podrá instalarse con un tráiler frente a una estación fija que tiene empleados, infraestructura y costos fijos, bajando el precio y captando los clientes”, comentó el dirigente.
Aventuró que de ser así, “la estación móvil hace el negocio, pero el perjuicio se lo lleva el dueño de un establecimiento normal, con lo cual, la competencia se transforma en desprotección hacia el PyME que invirtió”, remarcó Saad.
Sin embargo, la disposición también incorpora una serie de requisitos operativos y de seguridad que deberán cumplir tanto las estaciones tradicionales como las móviles. Entre ellas, se destaca que, luego del autodespacho, el conductor debe reponer la tapa del tanque, colgar la manguera y sólo entonces poner en marcha el motor, para minimizar riesgos.
Mientras tanto, en varias provincias, las cámaras sectoriales comenzaron a preparar protocolos internos, capacitaciones y revisiones técnicas, en previsión de una implementación gradual de la modalidad, que, en muchos casos, se ve como una oportunidad para modernizar el servicio y reducir costos operativos.
“Nosotros no estamos en contra del progreso, pero sí queremos que tenga reglas claras para todos. El mercado necesita libertad, sí, pero también necesita equidad y responsabilidad”, concluyó el entrevistado.
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