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Algunas tuvieron una evolución significativa y otras un amesetamiento preocupante. Las estadísticas oficiales brindaron un panorama sobre la situación de las estaciones de servicio según su distribución geográfica. ¿Conviene más instalarse en una provincia central o apostar al interior?
Las ventas de las tres variedades de naftas en las estaciones de servicio totalizaron de enero a noviembre de 2014 (último mes informado por la Secretaría de Energía) un volumen de 7.069 millones de litros. Fue sin dudas un año distinto, caracterizado por la sucesiva alza de precios y el consecuente descenso del consumo, una situación que no se originaba desde 2008.
La baja sin embargo no fue uniforme en todo el país, hubo provincias con evoluciones interanuales significativas. Jujuy fue sin dudas su estandarte, ya que la demanda de naftas trepó durante este período 7.14 por ciento, a pesar que la común ya no integra el mix de productos que se ofrecen en los surtidores como sucedía en 2013.
Entre las que más crecieron también se incluyó Neuquén, que por el desarrollo de la industria petrolera en la región, escaló al segundo lugar con el 5.78 por ciento, mientras que Catamarca ocupó el último lugar del podio con el 5.66. Del mismo modo, Salta, Santiago del Estero, Formosa y Chaco lograron buenos desempeños.
Del lado opuesto se ubicaron las provincias más importantes. Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, cuyas estaciones de servicio comercializan poco más de la mitad de las naftas que se consumen en el país, no lograron superar la cantidad de litros despachados un año antes. Las ventas al público en el principal distrito del país cayeron 1.2 por ciento, en tanto que las jurisdicciones restantes hicieron lo propio con un 3.9 y 0.5 por ciento respectivamente.
El amesetamiento del consumo fue el rango distintivo de la región de Cuyo, así como en La Pampa, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Otras provincias como el caso de Entre Ríos, Misiones o Corrientes, presentaron pequeñas variaciones positivas aunque insuficientes para mover la aguja.
Un caso especial se dio en Capital Federal, que a pesar de contar con los precios más bajos, un parque automotor relativamente moderno –y por ende naftero- y un poder adquisitivo poco más acomodado que el resto del país; la demanda en las bocas de expendio se amplió tan solo un 2 por ciento. CABA es el segundo distrito de la Argentina en consumo de nafta.
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