Las conversiones a GNC encadenan cinco meses de subas consecutivas

La industria del gas natural vehicular comenzó el lento proceso de recuperación tras haber sufrido en 2016 uno de los golpes más fuertes a lo largo de sus 33 años de historia en al país a consecuencia del impacto del aumento de las tarifas en el surtidor.

La adecuación del costo del gas en boca de pozo provocó el inevitable aumento de precios. Fue así que los valores se duplicaron reduciendo al mínimo la brecha que separaban al GNC de la nafta y extendiendo el plazo de amortización de los equipos de conversión.

Este quiebre causó una severa crisis en la industria que de a poco fue replicándose en las Estaciones de Servicio. Las ventas se redujeron de modo inversamente proporcional a la suba de los gastos y muchas bocas sucumbieron ante el nuevo escenario que se presentaba en el sector.

No obstante, los sucesivos aumentos de los líquidos reflotaron la conveniencia del gas vehicular. Lentamente la diferencia entre ambos combustibles comenzó a extenderse al punto que si por estos días se concreta una nueva suba de la nafta, la distancia volverá a ser de “3 a 1” como lo fue históricamente.

Esta situación fue rápidamente advertida por los automovilistas, que volvieron a volcarse a los talleres para aprovechar esta ventaja considerable de ahorro, de casi 35.000 pesos por año provocando que las conversiones a GNC encadenen cinco meses de alzas consecutivas.

Según el ENARGAS, en diciembre los traspasos treparon 27 por ciento respecto al mismo período de 2016 y de acuerdo a fuentes del sector, se espera que la cifra crezca más aun en enero. Se basan en que los sistemas de quinta generación mantienen su precio relativo y en los extensos  plazos de financiación que permiten amortizar la instalación fácilmente y en muy poco tiempo.