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El precio del litio, componente fundamental de las baterías de los autos eléctricos, subió 500 por ciento en el último año, lo que propone un desafío en el corto plazo.
Es sabido que todas las automotrices del mundo pretenden detener la producción de autos a combustión durante los próximos 30 años para pasar a una fabricación plena de vehículos eléctricos.
Este objetivo se ha impulsado principalmente desde la Unión Europea que se muestra como el conglomerado de países más pujante en la reducción de emisiones y transición hacia una matriz energética más verde.
Sin embargo, en la actualidad se evidencian algunas dificultades que la transición a este tipo de movilidad no contemplaba del todo. Luego de más de 15 años de la presentación al mercado del primer auto de Tesla, la marca por excelencia del auto eléctrico, la industria no ha sabido resolver un problema: el precio de este tipo de autos en contrapartida del tradicional.
Si bien desde un punto de vista teórico, mientras más autos y baterías se fabrican, el costo de este tipo de autos debería bajar Y si bien por un tiempo sucedió, la realidad marca que desde 2020 el precio de fabricar una batería subió hasta los valores del año 2016, por lo cual aún seguimos lejos de un auto eléctrico “accesible” o comparable al precio de los autos tradicionales.
Este aumento, que se explica por varios factores macroeconómicos entre ellos el incremento mundial de demanda de litio que llevó a quintuplicar el precio de esta materia prima, es una de las mayores trabas que enfrenta un mercado de automóviles que quiere (y en algunos países debe) expandirse a mayor velocidad.
En concreto, las baterías implican un 40 por ciento del costo de producción de un automóvil eléctrico, por lo que su aumento de precio repercute de manera inmediata en el costo final, a pesar de producirse cada vez más.
En ciertos países del mundo, la situación de los nuevos compradores de automóviles se torna caótica. Algunas ciudades europeas cada vez ponen más sanciones a los vehículos a combustión e impulsan a las fábricas a producir más autos eléctricos, pero los precios no bajan. Por ahora, la promesa de un auto eléctrico pequeño, de uso múltiple y de precio “accesible” queda lejos.
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