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El nuevo presidente ejecutivo de la petrolera brasileña Petrobras reflotó la idea de desprenderse de algunas de sus instalaciones radicadas en el exterior para recaudar dinero y reducir la deuda. ¿Serán sus activos en la Argentina algunos de los que estarían en la mira?
Aldemir Bendine, el nuevo presidente ejecutivo de Petrobras se enfrenta a la difícil tarea de restaurar la credibilidad del mercado en la petrolera brasileña, publicar estimaciones realistas sobre las pérdidas relacionadas con el escándalo y evitar un incumplimiento de su enorme deuda, la mayor de cualquier compañía petrolera en el mundo.
Los resultados de Petrobras se han retrasado desde noviembre, cuando un operativo de la policía federal de Brasil llevó a la detención de ex directores de la empresa y ejecutivos de sus proveedores.
Tres objetivos “inmediatos” de Bendine, según una entrevista que brindó a un medio de aquel país, es reducir el plan de inversiones de Petrobras de 206.800 millones de dólares, publicar los informes auditados de los resultados financieros de la firma del 2014 tan pronto como sea posible, e implementar “cambios profundos” en el gobierno corporativo.
El ejecutivo descartó el aumento de capital mediante la venta de las acciones de Petrobras en el mercado, pero dijo que algunas unidades podrían salir a bolsa.
“Si Petrobras logra reanudar el diálogo con los inversores y el mercado, existe la posibilidad de abrir el capital de algunos activos. Esta es una alternativa”, dijo el banquero ahora devenido en titular de la petrolera.
Según afirmó, Petrobras se enfocará en la perforación petrolera y desinvertirá en otras áreas como la refinación aunque por el momento no precisó cuales.
Idas y venidas en la Argentina
En 2010, la compañía de energía controlada por el Estado brasileño vendió a Oil Combustibles su negocio de refinación en San Lorenzo, provincia de Santa Fe y parte de su red de comercialización de combustibles vinculada a ese negocio compuesta por 360 puntos de venta y clientes asociados.
Tres años después intentó desprenderse del resto pero la presión del Gobierno de Cristina Kirchner la hizo desistir de aprobar la venta “en base a las propuestas obtenidas“. Frustrada esta operación meses más tarde cedió a YPF su parte en el yacimiento Puesto Hernández, por US$ 40,7 millones.
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