Independencia energética: YPF frente a una oportunidad histórica

La energía es la base fundamental para el desarrollo. Y las principales fuentes de energía, en la Argentina y en el mundo, son el petróleo y el gas. El crecimiento económico y social se sostiene en los hidrocarburos. Sin ellos no habría producción, el campo no podría sembrar ni cosechar, las ambulancias no podrían trasladar a los enfermos, no podríamos llegar a nuestros trabajos y los insumos básicos no llegarían a las fábricas.

El 95 por ciento del transporte utiliza derivados del petróleo y del gas para funcionar. Más del 60 del gas que consume todo el país es utilizado de manera directa para el desarrollo, especialmente como insumo de la industria nacional y de las principales centrales eléctricas.

YPF asumió el liderazgo en la generación de la energía que los argentinos necesitan. Impulsa el crecimiento para revertir el declino, sustituir importaciones, maximizar el valor de la compañía y alcanzar el autoabastecimiento. Para lograr cada uno de esos objetivos inició la exploración de frontera en todas las cuencas sedimentarias del país y la optimización de la gestión de los yacimientos, además de aumentar de producción de refinados y su comercialización. No obstante, el gran desafío para contribuir al desarrollo de la Argentina es la explotación masiva de recursos no convencionales.

Argentina un país con futuro

Las estimaciones sobre el potencial del shale gas y shale oil en la Argentina abren un nuevo y promisorio panorama energético para el país. El desarrollo de los recursos no convencionales es el principal desafío que YPF lleva adelante y representa un cambio de paradigma en el sector energético argentino. Son la llave para asegurar el autoabastecimiento hidrocarburífero del país, por la potencialidad demostrada en otros lugares del mundo.

YPF ya ha comenzado a desarrollar estos recursos en la formación de Vaca Muerta, en la Cuenca Neuquina. Se calcula que para 2017 se producirán 100.000 bpd y 13 millones de m3/d de gas provenientes de las formaciones del shale, lo que representa un aumento de un 40 por ciento de la producción de petróleo y gas.