En las provincias que no disponen de Gas Natural Comprimido – Formosa, Misiones, Corrientes y Chaco – crece velozmente un combustible alternativo a los tradicionales por su bajo precio de venta. Se trata del Gas Licuado de Petróleo, un gas húmedo que fluye de los pozos petroleros en bajas cantidades junto al Gas Metano y a las distintas variedades de crudo. Principalmente se lo usa para consumo residencial, en garrafas, pero también para la industria, sobre todo en las regiones que no presentan gasoductos conectados a la red local.

Sin embargo, en la última década se lo empezó a utilizar para el consumo de automóviles, despertando un gran interés en los usuarios.

Actualmente, según indicó Alberto Osso, coordinador del área de GLPA de la Secretaría de Energía hay en carpeta tres proyectos para instalar bocas de expendio públicas en el NEA. Las obras civiles avanzan pero todavía no hay fecha exacta de inauguración en ninguno de los tres casos. El más adelantado es el de Posadas, Misiones, a cargo de una empresa subsidiaria que depende de otra de nacionalidad estadounidense.

La inversión de este tipo de locales se estima en un millón de pesos, aunque obviamente no es generalizable, ya que depende de las características específicas de cada establecimiento, la infraestructura, la zona, como así también la cantidad de surtidores que disponga.

Desde el punto de vista del consumidor el GLP es una buena opción. Para incorporar el sistema al vehículo hay que desembolsar 8.000 pesos, monto que quienes utilizan el auto para trabajar lo recuperan a los pocos meses. Además, el NEA es la región donde más caras se venden las naftas y el gasoil. La Premium ya cotiza 10 pesos en algunos puestos.

Con estas ventajas, las conversiones avanzan rápidamente. Osso asegura que en total hay en el país 350 rodados circulando a GLP, casi con exclusividad de las provincias de Chaco y Corrientes, que es donde están instaladas las dos estaciones en funcionamiento y el taller de conversiones.