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Los expendedores de combustibles están preocupados por la obligación que impone la Administración Federal de Ingresos Públicos de exigir la emisión de un comprobante de pago por cada operación ¿Cómo hacer cuando hay cola? ¿Y con las motos, que son tantas que cargan pocos litros?
El presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de la provincia de Formosa, Contador Ángel Luis Bigatti, operador de YPF, fue Jefe de Fiscalización de la DGR de Formosa y como tal, receló del objetivo de las inspecciones de la AFIP.
“¿Por qué este accionar extremo de clausuras? El control fiscal del organismo recaudador es sencillo, chequear volúmenes de compra”, sostuvo con indignación. “El estacionero tiene un único proveedor, quien se ocupa muy bien de serlo, la evasión es imposible”, expresó. “La mayoría de estos contribuyentes tienen también un control computarizado de cada despacho, llevado por la petrolera, cuya información es inviolable”, explicó para brindarle más claridad al asunto.
Siguiendo con la idea agregó: “Esta conducta de la AFIP mueve a pensar en un abuso de posición dominante, en una coacción con determinado fin, que podría ser imponer la necesidad de comprar determinado hardware y software para realizar el tickeado automático, imposición costosa de algo absolutamente innecesario”.
Estos controles “parecería que no se proponen combatir la evasión fiscal, no están claros los motivos“, afirmó Bigatti. Se impone racionalidad y coordinación entre las autoridades que superponen exigencias. Al respecto, recordó el ex docente universitario y ex presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Formosa, que primero se estableció la facturación con un controlador fiscal determinado, lo cual parece lógico y es aceptado de buen grado, pero después vino la calificación obligatoria como generadores de residuos peligrosos y el pago por el tratamiento de ellos con tonelaje mínimo, pasivos ambientales, prohibición de vender más de 1000 litros como venta minorista y hasta aquella de normalizar batanes de 2.000 litros cuando todos los clientes disponían entonces de tanques de 3.000 litros, etc. Así, sucesiva y sorpresivamente, se agregan complicaciones y costos.
Lo que sí tiene en claro el empresario del Noreste, es que estas pesquisas “no tienen sentido; les falta criterio e información, es imposible darle un ticket a cada moto y auto que llega al surtidor; la gente esperó en la cola y tiene prisa, no sobra ni tiempo ni espacio, tampoco empleados, es evidente que por las condiciones que presenta el negocio que la exigencia es improcedente y dañina“.
Un poder que no usamos
Considerando que por las bocas de expendio pasan a diario miles de personas, se podría instrumentar una tarea de esclarecimiento a los clientes, con folletos que expliquen a la sociedad los inconvenientes que les generan rigurosas, costosas e innecesarias exigencias.
“Las estaciones son empresas familiares, gente de trabajo, pacífica, honorable, comprometida con la sociedad; estamos brindando un servicio al público y resulta perjudicial a todos la nueva modalidad de exigencias por parte de AFIP”, dijo preocupado.
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