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Las situaciones violentas se repiten a diario: robos, agresiones al personal, rotura de las instalaciones y discusiones de todo tipo, amenizan la jornada. Crecen las consultas psicológicas entre los empleados por el alto nivel de stress que les provoca la atención a un público cada vez más intolerante.
“La policía procura localizar a los ocupantes de un Renault Break y un Renault 12 del que descendieron cuatro personas y golpearon salvajemente a un trabajador de una estación de servicio de San Rafael porque le pidió a uno de ellos apagar el cigarrillo por medidas de seguridad”. Así comienza la crónica periodística que relata una situación vivida días pasados por un empleado de una boca de expendio de la provincia de Mendoza.
La cobarde agresión ocurrió minutos después de las 21 cuando ingresaron para cargar GNC dos automotores ocupados por familias, incluso niños, y el playero solicitó a uno de los que se bajó fumando apagar el cigarrillo. En principio un hombre de 35 años comenzó a pegarle al operario, de unos 50 años de edad, y se sumaron al ataque otros tres hombres que lo dejaron malherido y debió ser trasladado al hospital donde se constató que presentaba una serie de hematomas en distintas partes del cuerpo.
Además, también fue golpeada una mujer que salió acompañada de su esposo del minimaket porque le imploró al grupo que no le pegara más al trabajador y en represalia a su intromisión recibieron varios golpes de puño.
La situación, lejos de ser excluyente de la localidad mendocina, se repite a lo largo y ancho del país. Recientemente en Rafaela, Un playero fue agredido por hacer cumplir la ordenanza municipal que estipula que no se puede cargar nafta al motociclista que no tenga casco.
El cliente se enfureció ante la negativa de venderle combustible, por lo que comenzó a gritar y a tirar los picos de los surtidores. Tras la discusión y el pedido de los trabajadores para que el hombre se retire del lugar, este último golpeó a uno de ellos.
En Rosario, un motociclista provocó destrozos cuando tras cargar combustible el playero del lugar le informó que no tenía cambio de cien pesos. Tras agredirlo y romper varios vidrios del local, el joven se dio a la fuga.
“Estamos expuestos a los malos tratos de algunos conductores que vienen con la oblea vencida, o sin ella, y cuando les decimos que no podemos cargarles, se enojan y nos agraden”, lamentó un operario de Santiago del Estero.
Los robos también son cosa de todos los días; y muchos de ellos violentos. En Neuquén, dos playeros estaban realizando el cierre de turno en el interior de una oficina, cuando se acerca un hombre que les solicita cambio y al momento en que se lo iban a dar, extrae un arma y los asalta. El delincuente los agredió físicamente, con la culata del arma golpeó en la cabeza de uno de los empleados y al otro le pegó en uno de los pómulos.
Según explican desde una de las agrupaciones sindicales del sector, durante este último tiempo han aumentado las consultas psicológicas de los empleados “por el alto nivel de stress que les provoca la atención a un público cada vez más intolerante”.
Para el presidente de FEC, Luis Malchiodi, “la situación está difícil”. Si bien considera que la violencia no tiene mayor rigor en las estaciones de servicio que en otra actividad, reconoce que “hoy da lo mismo cargar nafta que asaltar al playero”. “No hay más límites morales”, lamentó.
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