Paradójicamente el primer día de mayo fue el último que se modificaron los precios de los combustibles. Desde aquella fecha las naftas y el gasoil no registran variaciones luego de aumentar 30 por ciento durante 2014 y acumular una suba anual del 55 por ciento.

No obstante ello el consumo ingresó en una meseta. Las estaciones de servicio advierten un considerable freno en la demanda, especialmente en los productos de mayor valor como son los Premium, y en los relacionados con la actividad industrial como es el gasoil tradicional.

En este contexto la nafta súper es la única que sigue ganando terreno. Muchos porque no encuentran diferencias en el menor octanaje aunque la mayoría por el ahorro que propone esta variedad.  Según cifras oficiales, los despachos treparon en abril un 8 por ciento interanual.

El grueso de los consumidores se inclina por YPF que es la más conveniente sin tener en cuenta que otras marcas se ubican casi en el mismo escalón de precios. Este dato ahora resulta esencial para recuperar a quienes migraron a los surtidores de la estatal: el arma de seducción pasa por promocionar esa paridad.

La consigna es no sufrir la espera ni el congestionamiento que se produce en las bocas de la petrolera nacionalizada. El argumento, opinan los expendedores, es coyuntural, pero resulta útiles a los fines de ganar clientes y potenciar otras áreas del negocio que la ausencia de consumidores no les permitía usufructuar.

Si bien por ahora se desconoce cual será la decisión oficial respecto a las pizarras, fuentes bien informadas aseguran que los próximos aumentos tendrán como destinatarios exclusivos a los combustibles Premium.  Claro que todo depende de la evolución de la cotización del dólar, que por ahora se mantiene estabilizado ante la posibilidad de un pacto con los holdouts.