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La devaluación del peso y la cotización del Brent a más de 66 dólares el barril presionan para las empresas dispongan un inevitable aumento del precio del litro de nafta y gasoil. La magnitud de los cambios complica la decisión del porcentaje
El enérgico incremento de la cotización del dólar ocurrido en los últimos días y el valor de 66.57 dólares alcanzado por el crudo tipo Brent –el segundo máximo en el mes de diciembre-, empujan a las empresas petroleras a definir un inminente aumento en el precio de los combustibles.
Si bien la decisión es cosa juzgada, según pudo indagar surtidores entre las compañías, hay indefinición por la gran volatilidad de ambas variables. “Es una situación complicada porque nadie quiere quedarse corto y tener que ajustar nuevamente a los pocos días”, confiaron desde una de las más importantes.
Como se recuerda, el Gobierno ya no regula el mercado, de ahí que no existe la posibilidad de algún tipo de intervención para frenar una nueva escalada de precios. Para muestra vale reflejar lo sucedido desde que el Ministro Aranguren anunciara la medida: 10 por ciento en octubre y otro 6 adicional en diciembre.
Durante 2017 el litro de nafta súper aumentó un 32,6 por ciento, el de premium un 35,5 por ciento, el gasoil un 28 y el diesel de más calidad un 29,8 por ciento. Los datos surgen de la comparación de precios de los combustibles de YPF en Capital Federal vigentes el 1 de enero de este año y los que se aplican desde el 1 de diciembre.
Para el experimentado dirigente y Presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes, Manuel García, “la situación es muy preocupante para los expendedores”. Basa sus definiciones en aquellos empresarios que tienen que pagar el combustible por adelantado: “Deben hacer un mayor aporte para mantener su capital operativo”
El directivo apunta que muchos deben endeudarse por esta causa y que más de uno corre serios riesgos de poder mantener sus negocios. “El volumen de naftas y el gasoil que se compró a un precio ya no se puede reponer”, explicó.
Y si bien reconoce que los aumentos resulta un paliativo para hacer frente a los ajustes de tarifas y gastos, sostuvo finalmente que “el panorama no es bueno para nuestro sector”.
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