La pequeña ciudad alemana de Wiesloch tiene el orgullo de contar en uno de sus más emblemáticos edificios con una reluciente placa conmemorativa donde se puede leer la frase “Erste Tankstelle der Welt”, que en español no significa otra cosa que “la primera estación de servicio del mundo”.

La fachada esconde en su interior lo que en el país teutón se denomina Apotheke. En castellano las llamamos Farmacias, que es donde se proveía el combustible que en aquellas épocas se utilizaban mayormente como quitamanchas y disolventes.

La historia cuenta que en agosto de 1888 Bertha Benz, la esposa del inventor del automóvil Carl Benz, decidió hacer una excursión en compañía de sus dos hijos desde Mannheim hasta la ciudad donde había nacido, Pforzheim, a bordo del Benz Patent-Motorwagen Nº 3.

La escapada de la Sra. Benz es considerada como el primer viaje interurbano en automóvil de la historia, con un recorrido de 104 kilómetros de ida y unos 90 a la vuelta. Durante tan largo trayecto se vieron en la necesidad de recargar el tanque de combustible y decidieron parar en la farmacia del Sr. Willy Ockel, ubicada en Wiesloch, para comprar unos litros de un conocido producto de limpieza derivado del petróleo que recibía el nombre de Ligroin. Era la primera vez que un automóvil se proveía durante una tranquila excursión familiar.

A medida que fueron apareciendo más vehículos fueron aumentando también los puntos de venta de sus correspondientes combustibles. La primera guía de “estaciones” de Alemania se publicó en 1909. Una relación de cerca de 2.500 establecimientos (entre los que figuraban droguerías, tiendas de ultramarinos, tiendas de bicicletas, hoteles y casas de huéspedes) donde cualquier automovilista podía adquirir esos preciados hidrocarburos líquidos.

Los conductores llevaban sus propios recipientes, generalmente botellas, garrafas o incluso lecheras, que luego vaciaban en sus coches. Las medidas de seguridad eran inexistentes y los accidentes por incendio estaban a la orden del día.

Los primeros surtidores aparecieron sin embargo, varios años más tarde, a medida que las rutas se poblaban de autos sin caballos. La mayoría se ubicaban en las dependencias de los nuevos talleres, que generalmente eran antiguas herrerías o cerrajerías que cambiaban de actividad comercial ante el rumbo que empezaba a tomar el transporte por carretera.

En la Argentina

En 1914 una subsidiaria la Standard oil of California (hoy en día llamada Chevron Texaco), la West India Oil Company (WIOC), conocida como “la WICO” instala la primera estación del país en Plaza Lorea, Ciudad de Buenos Aires.

A principios de la década del 20′, más precisamente en 1923 en las esquinas capitalinas de Cabildo y Congreso, Av. Saenz y Av. Roca y Bartolomé Mitre y Rosales, YPF sitúa los primeros surtidores con productos procedentes de Comodoro Rivadavia. Estaban equipados por motores provistos por Siam DiTella gracias al apoyo de su director Enrique Mosconi, que le dio gran impulso a sus actividades industriales.

Para el año 1929 Shell inauguraba su primer boca en la esquina de Libertador y Corrientes, Olivos, mientras que en 1932 Esso inicia un ambicioso plan de instalación de surtidores y estaciones de servicio en todo el país. Sin embargo el gran impulso se dio a partir del Automóvil Club Argentino (ACA), que tuvo un importante rol en el desarrollo de las estaciones de servicio por la intensa promoción que hizo del uso del automóvil.