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Como pocos otros sectores, debieron enfrentar un escenario de restricciones operativas y volatilidad económica que aceleró procesos de reestructuración y modernización, impulsados por la necesidad de adaptarse a una demanda cambiante y a nuevas dinámicas de consumo.
En marzo de 2020, Argentina se sumió en uno de los períodos de aislamiento social más extensos y estrictos del planeta debido a la pandemia de COVID-19. Con la movilidad reducida al mínimo, las Estaciones de Servicio fueron una de las tantas actividades económicas que enfrentaron una crisis sin precedentes.
Las ventas de combustibles cayeron abruptamente y, en algunos casos, llegaron a desplomarse hasta un 90 por ciento. Las imágenes de surtidores sin actividad y empleados con barbijos y guantes atendiendo a los pocos automovilistas que transitaban se volvieron postales de un tiempo incierto.
A cinco años de aquel momento crítico, el sector modificó de raíz muchos aspectos, pero algunas de sus problemáticas persisten. Mientras que la digitalización y la modernización en los sistemas de pago llegaron para quedarse, las dificultades económicas y las desigualdades en la recuperación siguen siendo tema de debate entre los dirigentes estacioneros.
Para analizar el panorama, surtidores.com.ar consultó a diversos referentes del ámbito expendedor para clarificar lo que fue la experiencia y las consecuencias y enseñanzas que pudo haber dejado en la actividad.
Alberto Boz, presidente de la Federación de Expendedores de Combustibles y Afines del Interior, reflexionó sobre el impacto que tuvo la pandemia en la industria: “muchas veces la realidad supera a la ficción. El hecho de estar confinados era algo que solo imaginábamos en una película, pero fue real y cambió muchas cosas. La pandemia aceleró procesos que en otro contexto hubieran llevado mucho más tiempo”, afirmó.
Uno de los mayores cambios que destacó el estacionero de Santa Fe, fue la transformación en los métodos de pago. La eliminación del contacto físico llevó a la masificación del uso de QR y pagos electrónicos, reduciendo significativamente el manejo de efectivo.
“Antes teníamos que tomar la tarjeta, pasarla, firmar el comprobante. Hoy, el cliente acerca su tarjeta o usa un código QR, y listo. También se agilizaron procesos administrativos, como la firma digital, que ahora se certifica con token”, explicó.
Además, la higiene y los protocolos de seguridad sanitaria dejaron huella en la operación diaria de las estaciones. Si bien la urgencia del COVID-19 quedó atrás, muchas medidas implementadas durante la pandemia continúan aplicándose.
A su turno, Carlos Gold, presidente de la Cámara de Estaciones de Servicio de Corrientes y extitular de CECHA, también destacó la huella de la digitalización, pero en otro aspecto: la comunicación y gestión empresarial.
“Antes de la pandemia, tener una reunión virtual con proveedores o compañías petroleras era algo impensado. Hoy, es una herramienta clave que nos permite ahorrar tiempo y mejorar la organización”, aseguró.
En lo que respecta a las ventas y la dinámica comercial de las estaciones, Gold considera que la actividad sigue funcionando de manera similar a la de antes de la pandemia, aunque con una fuerte dependencia de la recuperación económica del país. “En la medida en que se recupere el volumen de ventas, el escenario será más parecido al de antes del COVID-19”, concluyó.
Pero según todas las fuentes consultadas, más allá de la digitalización y los cambios en la dinámica comercial, los problemas económicos siguen siendo una preocupación central para los estacioneros.
Miguel De Paoli, expresidente de la Cámara de Estaciones de Servicio del Chaco, comparó la crisis del 2020 con otras situaciones de emergencia, como los recientes desastres climáticos en Bahía Blanca.
“Si comparamos los precios de un litro de nafta en 2020 con los de hoy, la diferencia es abismal. Pero más allá de eso, la lección que nos dejó la pandemia es que debemos estar preparados para crisis futuras, sean sanitarias o climáticas”, advirtió. En este sentido, propuso la creación de herramientas financieras para ayudar a las Estaciones de Servicio en momentos de emergencia.
“En la pandemia hubo alguna compensación para amortiguar la caída de ventas. Necesitamos algo similar para cuando una estación se vea afectada por un desastre climático o una crisis económica grave. Puede ser un préstamo con tasa subsidiada o algún tipo de respaldo estatal”, sugirió De Paoli.
Si bien la crisis sanitaria trajo consigo cambios tecnológicos y operativos que modernizaron al sector, la recuperación económica sigue siendo un tema pendiente. “La inflación, la suba del precio de los combustibles y la inestabilidad macroeconómica continúan afectando la rentabilidad de las Estaciones de Servicio, especialmente las más pequeñas del interior del país”, comentó el empresario.
A su vez, consideró que a su entender, la desigualdad en la recuperación también es evidente. “Mientras que algunas estaciones lograron adaptarse y mejorar su rentabilidad gracias a la eficiencia en sus procesos, otras aún luchan por mantenerse a flote en un contexto de caída del consumo y costos operativos en alza”, comparó.
Todos los entrevistados coincidieron en que el panorama que abrió el cambio de Gobierno y las reformas económicas implementadas en 2024 benefició a algunas estaciones, pero pusieron en jaque a aquellas de menor volumen de ventas.
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