El Gobierno Nacional prevé la modificación de los impuestos que poseen los combustibles líquidos para que dejen de ser una suma fija que se ajusta por inflación y se convierta en un porcentaje del precio de venta en las Estaciones de Servicio.

Según el proyecto oficial, la alícuota para gravar las naftas sería del 41,9 por ciento y del 25,5 por ciento para gasoil, hecho que va en línea con el rechazado proyecto de presupuesto 2022 y la ley de hidrocarburos que aún espera tratamiento en el Congreso tras su presentación en el 2021.

A raíz de ello, surge la gran incógnita de cómo impactará en las bocas de expendio del país, teniendo en cuenta el contexto difícil que atraviesa el sector. Y fue Cristian Bergmann, licenciado en administración y especialista en temas energéticos, quien se encargó de despejar algunas dudas durante un diálogo con surtidores.com.ar.

“Es muy negativo para el sector la implementación de políticas energéticas de corte populista, que generan distorsiones que tarde o temprano se deben corregir. El tributo sobre los combustibles y las postergaciones sucesivas que se generaron a partir del año 2019, son un claro ejemplo de ello. (…) No obstante, para los empresarios del rubro estacionero, este cambio implicaría readecuar los sistemas”, aseguró.

De todos modos, reconoció que podría generarse “un leve aumento de los volúmenes comercializados”, si es que el cambio normativo causa una disminución en la presión fiscal sobre el combustible.

“En cambio, si el componente impositivo aumentara, generaría una retracción en la demanda, considerando que el consumo de los combustibles líquidos tienen rigideces o inelasticidades”, aclaró.

Mientras que en términos de gestión, consideró que el cambio en la forma de cálculo sería “natural” para las Estaciones de Servicio, considerando que no son los sujetos pasivos de los impuestos a los combustibles, “sino que son los obligados a ingresarlo al abonar sus facturas de compra”.