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El gerente general de YPF Digital, Mauro Cercos, advierte que su futuro dependerá de su capacidad para resolver necesidades concretas de los clientes y anticipar nuevos hábitos de consumo.
“¿Hay espacio para todas las billeteras digitales? Para mí la respuesta corta es no”, afirma con contundencia Mauro Cercos. El ejecutivo explica que el auge de estas aplicaciones se dio porque supieron posicionarse como instrumentos útiles para resolver necesidades específicas, y que esa elasticidad fue la clave de su crecimiento. Sin embargo, advierte que no todas podrán sostenerse en el tiempo: “El éxito no depende del producto en sí, sino de la necesidad que logra resolver en la vida del cliente. Una billetera que simplifica, resuelve y facilita tiene razón de ser; la que responde a una necesidad ficticia o especulativa estará destinada a una vida corta y coyuntural”.
Según Cercos, el desarrollo de las billeteras digitales en distintos países mostró caminos diversos: en algunas regiones evolucionaron hacia súper apps que concentran múltiples funciones, en otras se consolidaron como motor de inclusión financiera, en varios casos fueron impulso para el comercio electrónico, y también se destacaron como respuesta frente al cambio de hábitos en el uso del dinero físico. Lo común en todos los escenarios fue la capacidad de detectar y adaptarse a una necesidad real de los usuarios.

En ese marco, YPF supo anticipar una tendencia clave. Cuando nació App YPF, el escenario competitivo era muy distinto al actual. Su propósito inicial fue resolver de manera innovadora y eficiente la carga de combustible. “Ese fue nuestro caso de uso real, y en torno a él construimos valor”, recuerda Cercos. Pero el crecimiento del ecosistema digital y la aceleración de nuevas demandas obligaron a la compañía a dar un paso más. Así surgió YPF Digital, con la misión de preservar lo logrado y evolucionar hacia una visión más amplia de movilidad.
“Ya no se trata solo de sumar usuarios o pagos vía App YPF, sino de estar presentes en toda la movilidad del cliente: antes, durante y después del consumo, con propuestas como autoservicio, precios diferenciales, propina digital y personalización de la experiencia”, remarca. Para el gerente general, la clave está en acompañar el recorrido completo del usuario, integrando servicios y anticipando necesidades que van más allá del momento de carga de combustible.
La lógica, insiste Cercos, no es inventar problemas, sino dar respuestas con criterio de valor. “Ese es el camino para fortalecer la fidelidad, que después se traduce en mayores ingresos y sustentabilidad. Leer tu negocio, conocer y anticipar a tu cliente, entregar valor en cada interacción y sostener una evolución continua e incremental potencia la eficiencia, abre nuevos ingresos y genera mayor rentabilidad”, subraya.

El mensaje es claro: las billeteras digitales no pueden limitarse a ser meros instrumentos de pago. Deben transformarse en plataformas que construyan relaciones duraderas con los clientes, que aporten soluciones concretas y que acompañen la evolución del consumo en contextos cambiantes.
Para el sector de las Estaciones de Servicio, este enfoque significa mucho más que digitalizar un proceso. Implica comprender que la billetera digital puede ser un canal para extender la propuesta de valor, fidelizar clientes y mejorar la experiencia en playa. En un mercado cada vez más competitivo, la verdadera diferencia no estará en tener una aplicación, sino en que esa aplicación tenga una razón real de existir.
“De uso a presencia, de transacción a relación, de producto a plataforma, de instante a cadena de valor. Esa es la ruta que define la supervivencia de las billeteras digitales. No habrá espacio para todas, pero las que logren transitar ese camino van a sostenerse y crecer”, concluye Cercos.
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