Si bien la polémica por la legalización de la modalidad del “self service” para la carga de combustible automotor parece haber quedado en segundo plano respecto de la agenda pública, política y social, el experto en Seguridad e Higiene, Licenciado (Mat. NL002769 de Copime UNLZ), Marcelo Ariel Bogiani, recalcó en diálogo con surtidores.com.ar, que “no existe una cultura de seguridad para que el consumidor manipule un surtidor”.

Además agregó que “no es conveniente para la actividad poner en peligro una cantidad significativa de puestos de trabajo, atentando contra empleados que además de la experiencia cuentan con la capacitación necesaria y permanente en la manipulación de material peligroso como es la nafta”.

En ese caso aseveró el especialista que “además de poner en riesgo a la misma persona que de manera inexperta utiliza un adminículo que no sabe usar, se echa por tierra con toda una serie de años de trabajo e inversión en capacitación y controles de seguridad relativos a los estándares internacionales que se cumplen a rajatabla en las expendedoras argentinas”.

En otro orden de cosas, calificó como necesaria una campaña de conciencia y cultura de la seguridad e higiene para los consumidores, entre las que se encuentran la importancia de la verificación técnica vehicular y el respeto por las normas de convivencia dentro del establecimiento de carga de combustibles.

En otro aspecto, le brindó una gran importancia al prestigio que el INTI tiene a nivel internacional, el cual aplica a la perfección en el área de las operadoras minoristas de combustibles y aconsejó a los propietarios de los establecimientos a desarrollar al máximo las condiciones de seguridad ambiental.

También Bogiani, ponderó la responsabilidad demostrado por los estacioneros en esta materia y llamó a no escatimar recursos en cartelería de prevención, que brinde la información necesaria y suficiente en relación a las precauciones y la distribución de los matafuegos, entre otros detalles.

Finalmente expresó que “las normas que cumplen los expendedores modernos y el eficiente control de las autoridades sobre la correcta instalación y sellado de los tanques, auditoría sobre emisión de gases, capacitación del personal y aplicación de las recomendaciones de protección de instalaciones eléctricas, borraron del imaginario colectivo la fantasía de que una Estación de Servicio era una bomba de tiempo, para transformarla en un centro multiservicios, seguro y agradable”.