Opinión
La secretaria de Energía de la Nación Argentina, Flavia Royón, sostuvo que desarrollar sectores estratégicos requiere políticas públicas activas.
El Plan de Transición Energética al 2030 trazado por Argentina fue elaborado con una mirada de inclusión social y de fortalecimiento de las capacidades de desarrollo del país. Desde esa perspectiva, la transición energética se dará a través de un sendero progresivo de adquisición de competencias tecnoproductivas apalancadas principalmente en la complementariedad estratégica de la capacidades y recursos del país, dentro de una ventana de oportunidad para la inserción argentina en cadenas globales de valor dinámicas que pueden colaborar en la resolución de problemas climáticos, sociales, económicos y de dependencia del sector externo.
Los lineamientos estratégicos para la transición energética en la Argentina contemplan específicamente el hidrógeno bajo en emisiones. Las peculiaridades geográficas, industriales y científicas de la Argentina la posicionan en un lugar de privilegio a la hora de poder encarar la industrialización del hidrógeno y convertirse en un proveedor internacional de esta nueva fuente de energía.
Y, en este sentido, Argentina tiene una gran potencialidad para la generación del hidrógeno verde, rosa y azul. El primero por las óptimas condiciones para generar energías renovables como la solar, la eólica y la hidroeléctrica, siendo el país reconocido a nivel global como uno de los potenciales abastecedores de hidrógeno. El hidrógeno rosa por las capacidades adquiridas en materia de una energía que no produce emisiones como la nuclear.
En el caso del hidrógeno azul por contar con el segundo reservorio de gas no convencional más importante del mundo. En particular, Argentina tiene la posibilidad de apalancar la producción de hidrógeno azul a partir de sus vastos recursos gasíferos, reconvirtiendo la actual producción de hidrógeno gris hacia la producción de hidrógeno azul, con captura y almacenamiento de dióxido de carbono y medición de emisiones.
Las competencias argentinas en la industria del gas y del petróleo posicionan al país en un lugar privilegiado para el desarrollo de tecnologías de almacenamiento y uso del dióxido de carbono, clave de cara a la transición energética.
No cabe duda que el país está en condiciones favorables para impulsar la economía del hidrógeno y toda su cadena de valor: Argentina con una industria consolidada, capaz de desarrollar electrolizadores y demás elementos que la industria del hidrógeno requiere y, en la Patagonia, existen puertos de aguas profundas y condiciones propicias para la actividad.
Sin embargo, para alentar a estas inversiones capital intensivas es necesario un marco promocional y de seguridad jurídica. Por eso, a instancias de la Secretaría de Energía, el Poder Ejecutivo elevó al Congreso en 2023 el proyecto de ley de Promoción del Hidrógeno bajo en emisiones de carbono y otros gases de efecto invernadero, que define un marco normativo de estabilidad fiscal y regulatoria para el desarrollo de la economía del hidrógeno y sus vectores, buscando garantizar las condiciones de inversión necesarias y fomentar la diversificación del entramado industrial y tecnológico de la Argentina.
El proyecto normativo, junto con la Estrategia Nacional del Hidrógeno, son fruto de un arduo trabajo interdisciplinario de distintos órganos de los gobierno nacional y provinciales, y de la colaboración estrecha de representantes de la academia, la ciencia y la industria. Pero, especialmente es una hoja de ruta trazada con una mirada federal que contempla la articulación público-privada y el diálogo estratégico de industrias asociadas junto al sector científico-tecnológico, con el fin de desarrollar la economía del hidrógeno en línea con la gran potencialidad del país.
Estas acciones se complementan con el marco de sostenibilidad que se busca desarrollar de la mano de la Evaluación Ambiental Estratégica. Con esto se propone que el despliegue de esta nueva actividad sea consistente con los objetivos climáticos, ambientales y de respeto por las comunidades.
Los avances realizados posicionan a la Argentina entre los pocos países que cuentan con una hoja de ruta que plasma la política, un proyecto de ley de la economía del hidrógeno que se orienta a dar previsibilidad en un sector incipiente; y un marco de sostenibilidad para un desarrollo armónico con creación de empleo e industria nacional.
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