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Analistas del mercado consideran que la ausencia de un plan energético de largo plazo, deja al sector sin un horizonte estable para planificar inversiones y adaptaciones necesarias.
Argentina cuenta con un parque automotor de alrededor de 15 millones de vehículos, de los cuales un 90 por ciento funciona con nafta y gasoil, mientras que un 9 por ciento utiliza gas natural comprimido y apenas un 1 por ciento corresponde a vehículos híbridos o eléctricos. Este escenario refleja una dependencia casi absoluta de los combustibles fósiles líquidos, con escasa penetración de alternativas más limpias, una realidad que condiciona el presente y futuro de las Estaciones de Servicio.
Jorge Lapeña, presidente del Instituto de la Energía General Mosconi, remarcó en diálogo con surtidores.com.ar que “no existe un plan ni siquiera preliminar para la transición hacia el automóvil eléctrico o híbrido en el país”. Según su visión, la infraestructura necesaria para sostener un parque automotor eléctrico masivo aún no está desarrollada ni está en agenda, lo que hace poco probable un cambio acelerado en el corto o mediano plazo.

En cuanto al GNC, el exsecretario de Energía de la Nación recordó que la Argentina fue pionera en la implementación de este combustible desde mediados de los años 80. Sin embargo, luego de más de 40 años, su penetración sigue siendo baja, alcanzando solo alrededor del 10 por ciento del parque automotor, concentrada mayormente en taxis, remises y vehículos de trabajo. “Esto demuestra que la transformación energética en el transporte no avanza al ritmo necesario para aliviar la presión sobre los combustibles líquidos”, manifestó.
Explicó que el retraso en la adopción de tecnologías limpias y la escasez de políticas públicas claras generan una gran incertidumbre para las Estaciones de Servicio. “El rubro de expendio sigue dependiendo casi en exclusividad de la nafta y el gasoil. No hay señales concretas ni un plan estratégico para una reconversión masiva hacia el auto eléctrico o un mayor uso del GNC”, subrayó Lapeña. Esta falta de previsibilidad afecta la planificación de inversiones en infraestructura, equipamiento y capacitación que las estaciones requieren para adaptarse a las tendencias mundiales.
Además, el analista alertó que esta ausencia de políticas energéticas consensuadas aumenta la vulnerabilidad del sistema de abastecimiento. “Es un problema endémico que no se ha resuelto en décadas y que podría agravarse sin un plan claro y una gestión eficiente de la infraestructura”, afirmó.
El exfuncionario también cuestionó la parálisis del Estado en el desarrollo de obras claves para la infraestructura. Recordó que a lo largo del siglo XX el Estado argentino tuvo un rol central en la construcción de centrales hidroeléctricas, nucleares, gasoductos y oleoductos que hoy constituyen la columna vertebral del sistema energético. Sin embargo, desde la década del 90, con las políticas de liberalización y privatización, y más aún en los últimos años, “el Estado se retiró de ese papel protagónico y la inversión pública se paralizó”, expresó Lapeña.
El resultado es una infraestructura que, aunque aún funcional, presenta déficits y limita la capacidad de responder a crecimientos de demanda o a la incorporación de nuevas tecnologías en el sector transporte. Según Lapeña, aunque Argentina dispone de importantes recursos energéticos, como la formación de Vaca Muerta, la falta de inversión adecuada pone en riesgo la confiabilidad y estabilidad del suministro.
Respecto a la transición energética global y el compromiso internacional para mitigar el cambio climático, el especialista advirtió que “Argentina aún no define su postura ni tiene un plan claro para reducir su dependencia de los combustibles fósiles”.
Finalmente, Lapeña enfatizó que la incertidumbre y la falta de políticas claras repercuten directamente en las Estaciones de Servicio, que operan en un contexto nebuloso y sin garantías sobre la demanda futura o las transformaciones tecnológicas a adoptar. “Sin un plan energético nacional, sin inversiones, sin una estrategia clara, el sector continuará en una situación de vulnerabilidad que afecta no solo a las Estaciones de Servicio, sino a toda la cadena de valor vinculada a los combustibles”, concluyó.
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