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Un reciente caso de fraude millonario en Cipolletti volvió a encender las alarmas en el sector estacionero. Comprobantes adulterados, órdenes de carga clonadas y complicidad interna revelaron un esquema delictivo que podría repetirse en cualquier punto del país.
Una escena que bien podría pertenecer a una serie policial ocurrió días atrás en la Estación de Servicio, en Cipolletti. Un conductor a bordo de un Renault Clio fue detenido in fraganti mientras intentaba cargar combustible con una orden de compra adulterada, a nombre de una reconocida empresa frutícola. Pero lo que pareció un hecho aislado, rápidamente tomó otra dimensión: los investigadores sospecharon que se trataba de una red de estafas con documentación duplicada, que operaba desde hacía meses y con daños millonarios.
Según confirmó la administradora de la empresa afectada, desde enero se venían detectando gastos irregulares, que ahora parecen encajar en un patrón de fraude sistemático. ¿Cómo es posible que todavía hoy, en plena era digital, ocurran este tipo de engaños?
Gustavo Díaz, especialista en seguridad empresarial de la firma Gedeon Solutions, analizó el caso en diálogo con surtidores.com.ar y reveló que estas maniobras no son nuevas, pero sí muy frecuentes: “Se trató de una estafa con remitos falsos. Lo que ocurre muchas veces es que se falsifican bonos o tickets que sirven como órdenes de carga entre estaciones que tienen convenio. No hay un sistema único que permita verificar si un ticket ya fue utilizado en otra estación. Entonces, alguien puede cargar combustible en Cipolletti con un bono, y luego un cómplice usa una copia del mismo ticket en otra localidad”.
Díaz explicó que este tipo de prácticas son comunes cuando los controles son manuales o se hacen “a fin de mes”, como parte de los acuerdos entre estaciones. “Si alguien se infiltra con un ticket gemelo, la estafa pasa desapercibida hasta que ya es tarde”, señaló.
En otros casos, advirtió, la trampa no depende solo del papel: “También se producen fraudes por teléfono. Llaman a la estación y dicen ser de parte de una empresa conocida. Avisan que va un empleado a cargar combustible, prometen enviar luego la orden… y esa orden nunca llega. Mientras tanto, ya se llevaron 200 litros de premium”.
Una de las situaciones más preocupantes que describió el especialista tuvo que ver con la complicidad de empleados: “Muchas veces el fraude no se puede concretar sin un mínimo de colaboración interna. He sido contratado para hacer pruebas encubiertas, donde simulo proponerle a un playero cargar la mitad con un bono y pagarle el resto en efectivo. En varios casos aceptaron. Ahí es cuando uno puede detectar puntos críticos en el personal”.
La recomendación de Díaz fue clara: profesionalizar los sistemas de control y capacitar al personal en seguridad informática. “Muchas estaciones siguen funcionando con una lógica analógica, confiando en el papel y en la palabra. Pero hoy se necesita un sistema digital que valide cada operación en tiempo real, como lo hacen los bancos con las tarjetas”, expresó.
También alertó sobre un tipo de estafa más sofisticada: la clonación de dispositivos de cobro. “Hay casos en los que dos personas llegan a una estación; mientras una distrae al playero la otra cambia el posnet por uno idéntico pero configurado para otra cuenta. Como el dispositivo emite tickets con la misma razón social, nadie se da cuenta hasta que faltan los depósitos”, detalló.
Finalmente, Díaz llamó a los dueños de estaciones a invertir en soluciones tecnológicas y auditorías frecuentes. “Es como en los bancos. Si una estación no transmite seguridad, pierde confianza. Pero además, pierde dinero. Hoy más que nunca, la seguridad digital y el control documental deben ir de la mano con la gestión diaria del negocio”, subrayó el especialista.
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