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En valores relativos, la nafta y el gasoil de mayor calidad fueron los productos que menos sufrieron los vaivenes inflacionarios pese que por su condición de importados dependen de la cotización internacional. Con los años la brecha que los separaba de los derivados más demandados se redujo a la mitad.
La suba de los precios de los combustibles, del 110 por ciento en los últimos dos años, no afectó a todos los productos por igual. En valores relativos, la nafta y el gasoil de mayor calidad fueron los productos que menos sufrieron los vaivenes inflacionarios pese que por su condición de importados dependen de la cotización internacional.
En efecto, un relevamiento efectuado por entidades del sector en base a datos de la Secretaría de Energía, señala que desde el año 2007 los derivados expendidos en el surtidor promediaron aumentos del 522 por ciento. Sin embargo, el mayor impacto fue en el diesel Grado 2 –el más vinculado a la actividad económica- cuyo costo se amplificó 577 por ciento durante este período.
Si consideramos lo sucedido en los últimos dos años, el precio del gasoil escaló 166 por ciento, seguido de cerca por la nafta súper con 147. Por su afectación en el bolsillo -ambos son los combustibles más baratos de su especie y en consecuencia los más demandados- de ahí el argumento que explica el freno aplicado a los Premium.
Según el estudio referido anteriormente, desde 2011 al presente los productos Grado 3 treparon bastante menos que los tradicionales, a razón de 128 por ciento el Euro y 121 la nafta. Incluso se achicó la brecha que los separaba de las variedades más accesibles: del 25 por ciento al 12 actual.
Jorge Gaimaro, Vocal del Instituto Argentino de la Energía “General Mosconi“, señala que la razón que justifica esta decisión de las compañías petroleras tiene origen en cuestiones de mercado. “Si se respetaría la diferencia histórica muy pocos los consumirían”, afirma.
Hoy llenar el tanque de nafta Premium representa 75 pesos más que hacerlo con súper. “En términos absolutos sigue siendo mucha plata”, opina Gaimaro. En este contexto sostiene que si bien esta situación aun no se refleja cabalmente en la demanda por la naturaleza “inelástica” de los combustibles, advierte que esta condición “tiene un límite” aventurando un futuro ya no tan promisorio para la actividad.

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