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En abril, el consumo de naftas y gasoil escaló respecto al mismo mes de 2012, fecha en que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó el proyecto de ley por el cual se decidía la estatización de YPF. La producción sin embargo, no acompaña esta tendencia
El 16 de abril de 2012, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentaba el proyecto de ley “De la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina” con el cual se decidía la estatización de YPF.
La iniciativa se redactó de acuerdo al artículo 31 la Ley de Hidrocarburos 17319/67, en la que especifica que “los concesionarios petroleros deben efectuar las inversiones que sean necesarias para la ejecución de los trabajos que exija el desarrollo de toda la superficie abarcada por la concesión, asegurando la máxima producción de hidrocarburos compatible con la explotación adecuada y económica del yacimiento”.
La disminución de las reservas de petróleo durante la gestión de Repsol en YPF fue el principal motivo aducido para su expropiación. Desde la adquisición por el grupo español en 1998 y hasta fines de 2011 esa caída fue del 54 por ciento en petróleo y del 97 en gas. Por esta razón Argentina tuvo que importar ese año más combustibles que los que produjo.
Muchas cosas cambiaron desde que la empresa volvió a manos del Estado. Si bien la producción general sigue en retroceso, la de la petrolera timoneada por Miguel Galuccio aumenta su potencial mes a mes enfocada en recuperar el autoabastecimiento. Aun todavía muy lejos de conseguirlo, destina todos sus esfuerzos a la explotación de recursos convencionales y shale con vistas a lograrlo cuanto antes.
Actualmente casi todas las fichas están puestas en el upstream. La mayoría de las inversiones apuntan en ese sentido intentando no descuidar el segmento refinador pese a que este se le dificulta repuntar por la escasez de materia prima y la suba del consumo.
Según datos de la Secretaría de Energía, en abril la elaboración de naftas y gasoil se ubicó un 9 por ciento por debajo del mismo mes de 2012 a consecuencia de la caída en la refinación de esta último, en especial de la variedad Grado 2. La baja de YPF no obstante, se da en un contexto de derrumbe general del 6.69 por ciento.
Como contrapartida la compañía trepó en la preferencia de los consumidores: durante este período fue elegida por seis de cada diez automovilistas. Cuando aun era privada la preferían cinco.
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