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Tutores virtuales reemplazarán las interfaces tradicionales, generando experiencias hiperpersonalizadas, dinámicas y orientadas a resultados medibles.
El futuro de la atención en las Estaciones de Servicio ya no depende solo de la simpatía o la rapidez de los empleados, sino de su habilidad para aprender, adaptarse y perfeccionarse con la ayuda de la tecnología. En este nuevo escenario, la inteligencia artificial se convierte en aliada estratégica para impulsar la evolución del trabajo, generar experiencias de aprendizaje personalizadas y medir su impacto real en el negocio.
Rodrigo Bolaños, Director Ejecutivo de Kineo, la empresa que colabora en el desarrollo de los programas de formación para la atención al cliente con YPF y AXION Energy, lo define como una revolución silenciosa en la manera de formar a los equipos, ya que crea entornos seguros donde los trabajadores pueden practicar, equivocarse, recibir devoluciones y volver a intentarlo. Esa práctica sin riesgo no solo mejora las habilidades, sino que fortalece la confianza y la autonomía de cada empleado, incluso de quienes llevan décadas en el sector.

En diálogo con Surtidores, señala que el empleado argentino se distingue por su curiosidad y apertura a la innovación y observa: “existe una cultura de involucrarse, de experimentar, de ponerle el cuerpo a la experiencia”. Esa actitud, combinada con un entorno laboral que incentiva la mejora constante, se traduce en un proceso de aprendizaje más dinámico y efectivo.
Pero el verdadero cambio ocurre cuando la formación digital se integra con los objetivos comerciales. Las plataformas más exitosas son las que vinculan la práctica con resultados concretos: ventas, bonificaciones o reconocimiento interno.
“Si el operador entiende que capacitarse le ayuda a vender más o alcanzar mejores indicadores, la motivación se dispara”, explica Bolaños. Esta conexión entre aprendizaje y resultado económico está transformando la cultura operativa de las Estaciones de Servicio.
La inteligencia artificial también permite una precisión inédita para evaluar avances. Cada simulación deja registro: cómo se manejó la conversación, cuántas veces se repitió el ejercicio, qué tan bien se resolvió el caso y cómo progresa el desempeño de cada trabajador. Esa trazabilidad se convierte en una herramienta de gestión invaluable y el referente reconoce que en negocios donde los empleados practican más, venden más.

El impacto no se limita a las métricas: también enriquece el ambiente laboral y la experiencia del cliente. “Cuando el trabajador siente que puede mejorar sin miedo a equivocarse, se empodera. Y cuando eso ocurre, la atención cambia de forma radical”, destaca.
De cara al futuro, Bolaños anticipa una etapa de hiperpersonalización: sistemas capaces de conocer a cada empleado por su nombre, rol y desempeño para ofrecerle exactamente el contenido que necesita. En este sentido, indica que “las interfaces van a perder protagonismo. Vamos a hablar con la tecnología como si fuera un tutor digital que nos guía, que nos entiende y que nos ayuda a crecer”.
En un sector donde la competitividad se mide por la experiencia del cliente, la inteligencia artificial deja de ser una promesa y se convierte en el motor de una nueva cultura de aprendizaje. Una que no reemplaza al factor humano, sino que lo potencia: porque detrás de cada servicio eficiente hay una mente entrenada, curiosa y lista para mejorar.
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