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Lo afirmaron referentes de la actividad, a la vez que se mostraron con gran incertidumbre respecto de la evolución de los precios y el margen de ganancia que por efectos de la devaluación, perjudicó la cadena de comercialización.
Lo que resultaba tradicional en el negocio de compra y venta de naftas y gasoil, se fue esfumando con el transcurso de los acontecimientos relacionados con el dólar, la pandemia y la crisis económica, que produjo un desfasaje en el cálculo de los precios de todos los productos y causó especial impacto sobre los hidrocarburos.
Se trata de las cuentas corrientes y los pagos con cheques, que en épocas normales se manejaban entre 30 y 45 días, lo cual permitía al estacionero y a los compradores directos como logística y transporte de pasajeros, una rueda de oxigenación financiera importante a la hora de cerrar balances.
“No es mala voluntad por parte de los operadores mayoristas, pero hoy por hoy, el máximo plazo de espera que se puede ofrecer no es mayor de 7 a 10 días”, comentó a surtidores.com.ar, el presidente de la Cámara de Expendedores de la Rioja, Juan Manuel Brígido.
“Hay mucha incertidumbre por parte de los repartidores mayoristas, porque venden a un valor pero no tienen certeza de cuánto les va a costar reponer el producto, debido a que no saben a cuánto seguirá aumentando el combustible”, explicó el dirigente.
Recordó que antes del desbarajuste general, era moneda corriente la aplicación de importantes descuentos por pago al día y actualmente, los mayoristas debieron dejar esa práctica de lado y limitarse a “afinar el lápiz para ofrecer el mejor precio posible al comprador”, dijo.
Especialmente en la provincia de la Rioja, se suma también, la escasa demanda de gasoil al agro, por el hecho de que son muy pocas las actividades de producción que retomaron sus niveles normales de la pre pandemia.
En este contexto, valoró la confianza que hay entre el mayorista y su cliente, donde se cierran tratos comerciales con la palabra empeñada y la comprensión de que en muchos casos, el estacionero o el productor pequeño y mediano, no tienen para afrontar los sueldos, que es el primero de los compromisos que se debe solucionar.
SITUACIÓN INÉDITA
Brígido sostuvo que floreció la competencia entre mayoristas y estaciones sin bandera por los clientes del agro. Esta conclusión la hizo luego de un análisis efectuado en conjunto con asesores técnicos y empresarios del rubro mayorista, quienes transmitieron que con el desbalance de precios finales, la venta a granel se trasladó a las expendedoras, que ahora venden más barato que su proveedor.
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