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Comenzaron a conocerse los casos concretos de estacioneros blancos que agobiados por el escaso margen de ganancia y la falta de combustible que generó el DNU de precios fijos a nivel minorista, no solamente debieron cerrar su Estación de Servicio, sino que previamente esfumaron su patrimonio personal para “prolongar la agonía”.
Luis Alberto Gallo y tres generaciones de su familia, sostenían desde 1983 junto a su padre, una Estación de Servicio que en 2002 dejó de pertenecer a la firma Esso y comenzó a operar como blanca.
“Hemos vivido todos los avatares de la economía de los últimos 40 años, pero habíamos salido adelante en todas las oportunidades, sin embargo esta vez, fue la última estocada que no pudimos sostener”, dijo con angustia a surtidores.com.ar, Gallo, quien hasta hace tres días tenía operando su Estación de Servicio en la localidad de Río Tercero en Córdoba.
Comentó que a partir del 12 de agosto, solamente pudo conseguir 13 mil litros de combustible entre nafta y gasoil, que mantenía a cuentagotas para no perder a los clientes de siempre, pero finalmente, se agotó el stock y se vio obligado primero a suspender a los cinco empleados y finalmente cerrar el establecimiento.
“El decreto de congelamiento tuvo los mismos efectos sobre nosotros que los que debimos enfrentar en mayo cuando a raíz de la anterior devaluación, el gobierno y las petroleras acordaron no subir los precios”, recordó el empresario cordobés, con tristeza por verse hoy en la disyuntiva de despedir a sus trabajadores que son parte de su familia, tal cual lo expresa en cada oportunidad que tiene.
Agregó que “el negocio de las estaciones blancas funciona siempre y cuando haya estabilidad cambiaria y del precio internacional del crudo y quedó demostrado que con estas políticas resulta inviable sostenerse”.
También consideró que “solamente para sostener a un empleado es necesario expender 15 mil litros mensuales y mi emprendimiento funcionaba cuando se necesitaba 8 mil litros para el mismo fin y teníamos un promedio de ventas de 120 mil litros”.
Aseveró que “por más que consiga combustible mayorista y lo venda al costo, tengo alrededor mío cuatro estaciones YPF que no tienen mi problema y por ende se me hace imposible hacerles entender a mis clientes que tengo que venderles más caro que lo que vende YPF”.
Recordó con dolor que para poder comprar producto y aprovisionarse debió desprenderse de casi todo su patrimonio familiar entre automóvil particular, camioneta y un camión de carga que había adquirido recientemente con la ilusión de ponerlo a trabajar.
“Concretamente estoy fundido, sin capital de trabajo porque me lo esfumé en unos pocos litros de combustible cuyo valor no pude recuperar y ahora estoy analizando la forma de poder afrontar las indemnizaciones de los empleados”, lamentó Gallo finalmente.
LUIS!!!! Te mando un abrazo grande!!! Es muy triste la situacion y aún estamos sin respuesta!!!!
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