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En el interior del país, la angustia por la falta de combustible que soportan los dueños de las estaciones blancas, se transformó en un problema social de la comunidad donde están instaladas. Mientras los tiempos apremian, el producto no llega y el cierre en muchos casos es inminente
En el Acceso Sur de la ruta provincial 11 de Paraná, funciona desde hace 33 años una pequeña Estación de Servicio atendida por su dueña, Cristina Osella y sus siete fieles empleados, que ven con desesperanza cómo se les complica el futuro, sin nafta para vender y con los costos por las nubes.
“En tantos años de trabajo que llevamos en esta expendedora, nunca se habían alineado todos los planetas en contra como hoy”, dijo a surtidores.com.ar, Cristina, quien comenzó su calvario de abastecimiento el mes de enero de este año, cuando su bandera dejó de operar y sin embargo debía cumplir un contrato con una petrolera que ya no entregaba producto.
Más adelante, explotó la crisis de los precios de los hidrocarburos, lo que generó que las compañías dejaran de proveer combustibles a los mayoristas y nuevamente su establecimiento comenzara a formar la lista de cientos de colegas que mantienen abierto el negocio sin nada que vender.
“Estamos tratando de sobrevivir en nuestro negocio, ya tuvimos que suspender personal o adelantar las vacaciones, pero a este paso, nos planteamos seriamente la posibilidad de cerrar para siempre la estación”, comentó con angustia la empresaria.
La entrevistada además destacó el carácter social que lleva adelante diariamente el comercio, el cual entre otras cosas, es utilizado por todos los vecinos de la zona denominada “El Cinco y Medio”, en épocas de falta de agua, para conseguirla allí.
También dijo que es el único lugar abierto en varios kilómetros a la redonda a las diez de la noche que está dispuesto para que el habitante de la zona pueda comprar algún artículo de primera necesidad. Además, cuenta con un baño para personas con discapacidad, inexistente en los demás establecimientos del lugar y no sólo eso, sino que mantiene la única telecabina de la zona y la única unidad postal.
“Hay que destacar la buena voluntad de DAPSA para intentar llegar en tiempo y forma con el producto que tienen pero carecen de la logística necesaria y entre todos los estacioneros de la zona, nos ayudamos, compartiendo el camión que llega para tener por lo menos algunos litros disponibles y evitar que los clientes se sigan yendo a otras expendedoras más grandes a cargar”, expresó Cristina.
Además informó que durante el mes de junio, estuvo 14 días sin nafta Premium, 10 días sin gasoil Premium y 7 días sin diesel grado 2, con lo que no solamente la desesperación ganó el espíritu de todos los integrantes del equipo de trabajo, sino que provocó que se acelere el proceso de pérdida de ahorros que la estación generó en épocas mejores con el único objetivo de mantener las puertas abiertas.
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