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Martín Pollera es Economista (UNLP) y Docente en la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Analizó para surtidores.com.ar las consecuencias de las últimas subas de precios en la demanda, desde la desregulación del mercado dispuesta por el Gobierno
Desde el 2001 nuestro país no experimentaba dos años consecutivos de caída del salario real. El bienio 2016-2017 registró (en forma acumulada) una pérdida del poder adquisitivo del 7,3 por ciento Pero no es propósito de esta nota analizar la conveniencia (o no) y el timing de las medidas económicas adoptadas desde diciembre 2015 a la fecha, sino analizar los resultados alcanzados.
La inflación registrada durante el 2016 que ascendió al 41 por ciento, sumado al aumento de precios del 2017 (24,8) más que erosionó los aumentos salariales acordados a través de las paritarias llevadas adelante durante ambos períodos.
Los exorbitantes aumentos en las tarifas de los servicios públicos como los incrementos de la canasta básica de alimentos fueron dos de los focos/ejes principales sobre los cuales se concentró la discusión de los aumentos de precios. Sin embargo, desde la desregulación del precio de los combustibles establecida a partir de 1 de octubre de 2017, por resolución del Ministerio de Energía de la Nación, la dinámica en los precios de los combustibles (y el fuerte peso que tiene tanto en ciertos sectores productivos como en los consumidores finales) tomaron un lugar protagónico en esa discusión. Veamos por qué, tomando como ejemplo el precio de la nafta súper.
La decisión política mencionada anteriormente provocó que desde esa fecha a la actualidad el aumento de los combustibles se disparara el 19,4 por ciento en tan sólo cuatro meses. ¿Cómo podríamos medir ese aumento en nuestros bolsillos? Fácil. El 30 de septiembre de 2017 con el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) que ascendía $8.860, usted podría haber comprado 449 litros de nafta, mientras que hoy, 26 de enero de 2018, compra tan sólo 403. Esa diferencia mensual de 46 litros menos se traduce en la siguiente pérdida:
• Prácticamente, 1 tanque menos de carga, cuya capacidad oscila los 50 litros aproximadamente.
• La posibilidad de viajar unos 517 kilómetros (haciendo un cálculo “rápido” de consumo promedio estaríamos en unos 8,9 litros cada 100 km), equivalente al consumo de un VW Gol 1.6. Algo más que un viaje Capital Federal-Mar del Plata.
• Como dijimos, en septiembre con el SMVM usted podía consumir unos 449 litros. Hoy para comprar la misma cantidad necesitaría unos $10.468. Ahora bien ¿Cuál es el actual SMVM? $9.500; prácticamente unos 1.000 pesos menos.
A juzgar por los resultados obtenidos, donde el dinamismo de los precios de los combustibles no encuentra su techo ni el poder adquisitivo su piso, la decisión de desregular fue a todas luces equivocada.
Más aún, si a priori ya se conoce que la fuerte concentración del propio mercado provoca que una eventual suba de precios, por parte de una compañía, trae aparejado la misma conducta en las restantes empresas competidoras, a fin de evitar un eventual desabastecimiento. La competencia entre las empresas no está concentrada en obtener una mayor participación del mercado, sino en obtener una rentabilidad mayor.
Martín Pollera es Economista (UNLP) y Docente en la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
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