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VISA y Mastercard concentran el grueso de las operaciones en el país, lo que les permite establecer las condiciones comerciales a los expendedores minoristas de combustible. ¿Cómo evoluciona esta modalidad de pago? La necesaria intervención del Gobierno.
En Argentina las tarjetas perciben prácticamente el doble de renta que en otros países de la región. En el caso de las estaciones de servicio el porcentaje por cada operación es del 1,5%+IVA, además de cobrar un fee de 400 pesos por el comodato de la terminal electrónica (Posnet).
Se trata de un mercado concentrado por 10 bancos que se reparten el 80 por ciento del share: Galicia, Santander Río, Macro, Francés, el Nación, entre otros de importancia. Así se desprende de los datos oficiales que registra el Banco Central.
En este contexto, la Cámara Argentina de Comercio elaboró un informe en el que advierte que un establecimiento que quiera adherirse a un sistema de cobro electrónico está “obligado a trabajar con Visa“. Es por su peso en la plaza, dado que el grueso de los usuarios cuenta con este plástico para realizar las compras financiadas.
Una vez iniciadas las relaciones con el local, los comerciantes cuestionan que la compañía termina “imponiéndole sus condiciones, eliminando, de esta manera, el pequeño mercado de competencia que existía entre los bancos”.
Por eso es también que no prosperan las negociaciones entre los dirigentes de la Confederación de Expendedores con representantes de estas empresas de crédito, a pesar de los sólidos argumentos planteados en reuniones con directivos de VISA.
Por su parte, Marcelo Pirri, presidente de la Cámara de Expendedores de Río Negro y Neuquén (CECNERN) asegura que “es un tema que preocupa porque queremos tratar de conseguir mayor cantidad de ventas”. En este sentido reconoce que YPF absorbe gran parte de la comisión como paliativo para aliviar los problemas de rentabilidad.
Actualmente, aproximadamente el 35 por ciento de los despachos se pagan a través del posnet. El resto se divide principalmente en efectivo y cuentas corrientes de clientes importantes y habituales. “Siempre nos encontramos con un paredón; nadie le pone cascabel al gato; las tarjetas realmente tienen un monopolio”, cuestionó.
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