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La iniciativa trazada por el Gobierno sobre los impuestos que gravan los combustibles apunta a un sistema flotante para que cuando baje el costo del producto suba y al revés en caso de que disminuya. El esquema propuesto fue derogado hace trece años.
Contener los precios de los combustibles luego de la devaluación es un tema que desvela al Gobierno. Las modificaciones de las pizarras en las estaciones de servicio es un tema sensible al ánimo de los consumidores, de ahí que el Ministro de Energía busca alternativas para atenuar su impacto en los diversos sectores de la economía que dependen de este insumo, pero especialmente en el bolsillo de los automovilistas.
Según explicó Juan José Aranguren en declaraciones radiales, presentará un proyecto de ley para modificar la carga impositiva en los combustibles de todos los impuestos, nacionales, ingresos brutos provinciales y tasas de algún municipio, que hoy significan la mitad del precio final que se paga por cada litro. “Pensamos aplicar un sistema distinto al que se utiliza actualmente”, precisó
¿A qué se refiere Aranguren? A la utilización del esquema “ad valorem” para que cuando baje el costo del producto el impuesto suba y al revés en caso de que baje. Hoy los derivados cuentan con un valor estático, es decir que si el precio aumenta al salir de la refinería, el gravamen también, y si cae, éste desciende.
Alberto Fiandesio, ex Subsecretario de Combustibles durante el último mandato, señala que revertir este régimen es volver al que derogó el entonces Ministro de Economía, Roberto Lavagna, durante la presidencia de Eduardo Duhalde, cuando aplicó un cargo específico para cada producto, en pesos por litro.
“El sistema actual tiene la dificultad de que la administración debe actualizarlo, mediante decreto o resolución, lo cual resulta bastante engorroso frente a la opinión pública, sobre todo en épocas inflacionarias como la actual. Con el sistema porcentual o ad valorem la `culpa´ del aumento la tienen los refinadores, con el flotante cuando el impuesto se desactualiza demasiado y hay que ajustarlo, la `culpa´ la tiene el Estado”, graficó.
El ex funcionario sintetiza que para “disciplinar” el tributo, el método que se analiza implementar es mejor. “Por ejemplo, si se quiere bajar el impuesto para minimizar el impacto del aumento del tipo de cambio, se podría hacer, de la otra manera, la Ley 23.966 sólo permite reducir la alícuota en hasta un 10 por ciento”, afirmó.
Fiandesio manifestó que al haber aumentado el crudo en pesos entre 30 a 40 por ciento dependiendo del tipo de cambio de equilibrio al que finalmente se arribe, los refinadores “puros” (esto es, los que compran crudo) deben recomponer su margen bruto. “Esto se logra a través de distintos mecanismos: por ejemplo, bajando el valor del barril en dólares, aumentando los subproductos en planta de despacho sin impuestos, modificando los impuestos de forma tal que mejore el ingreso del refinador o una combinación de todas”.
Agregó que “si se quiere dejar el crudo como está, habrá que subir más los precios y bajar más los impuestos. Si se baja el petróleo en dólares, se podrán aumentar menos los subproductos. Y así todas las mezclas que se les ocurran”.
Finalmente advirtió que se deberá tener en consideración la situación de las llamadas Refipymes, que exportaban parte de elaboración, ya que con el esquema local de precio alto (70/77 u$s) y exportando a 35/40, “la operación es ruinosa”.
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