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Los modelos actuales cuentan con un resguardo metálico espiralado, que es rechazado por algunas licenciatarias de gas por considerarlas posibles conductoras de impulsos eléctricos. Incluso clausuran el surtidor.
Las mangueras utilizadas para el despacho de GNC no dejan de ser un dolor de cabeza para los estacioneros. Tiempo atrás no se conseguían a causa de las restricciones a las importaciones, y ahora un innovador modelo trae nuevas complicaciones.
Se trata de un chicote que cuenta con un resguardo metálico espiralado a fin de protegerlo de los golpes y la torsión. Algunas licenciatarias de gas lo rechazan por considerarlas posibles conductoras de impulsos eléctricos y hasta clausuran el expendio en caso de no regularizar la situación.
Especialistas del sector con vasta experiencia en el tema aseguran que el dispositivo no está homologado por el Enargas y de ahí la reticencia de las distribuidoras de darle el visto bueno. “Hasta que el Ente no lo apruebe no sirve”, opinaron ante la consulta de surtidores.com.ar.
Las causas de incluir este componente adicional, tiene su origen en la fragilidad de los materiales con el que está confeccionada la manguera, que es provista en el país por una sola empresa. “Se le agregó para extender su duración ya que de otro modo no aguantarían los 12 meses que tienen de vida útil”, sentenciaron los expendedores.
“La firma inventó este sistema para disimular los defectos de fabricación pero los inspectores lo objetan. La realidad es que así no se puede despachar hasta tanto no se instale un chicote autorizado por la autoridad regulatoria”, se quejaron los empresarios.
Lo cierto es que este componente que se utiliza sin inconvenientes en otras partes del mundo, en la Argentina no tiene lugar. “Aquí el parque automotor es muy irregular, muchos vehículos tienen los bornes de la batería expuestos y hay posibilidades de que el resorte de acero conduzca una descarga eléctrica”, justificaron finalmente desde una de las licenciatarias.
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Cordialmente,
Daniel Tacconi
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