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El presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio (AESI) emitió un comunicado cuestionando las políticas instrumentadas en la última década. “Perdimos la guerra”, lamenta el dirigente, en relación al Estado y las petroleras. ¿Cuáles son los reclamos para las próximas autoridades? Duras palabras del experimentado dirigente.
Si algo no le falta a Manuel García, el titular de AESI, es experiencia y conocimiento en el negocio de los combustibles. Arrancó hace largas décadas con un comercio pequeño en Mataderos pero con el correr de los años llegó a tener cinco locales, todos en la Provincia de Buenos Aires. En la actualidad resiste con uno sin marca ubicado en Sáenz Peña.
García ya está harto. Protesta desde que comenzó su vida como dirigente y pocas veces obtuvo las respuestas esperadas o prometidas. En contacto con surtidores.com.ar, el combativo referente de los operadores blancos se propuso destinar unas líneas para analizar el pasado inmediato del sector que representa.
“Las estaciones independientes reconocen haber perdido la guerra después de diez años de confrontación desigual con el oligopolio petrolero que contó implícitamente con el apoyo del Estado Nacional. Fueron carne de cañón en todo este proceso. Hoy quedan en actividad un tercio de las que había en 2005”, resume. Y agregó: “nosotros no solo podemos catalogar como una década perdida, sino que nos llevó a la ruina”.
Respecto de los puestos que aún permanecen en funcionamiento, aclara que “están lejos de la zona de privilegio, donde se ubican mega-locales de las compañías que expenden la mayor cantidad de litros de combustibles. Nosotros tenemos que conformarnos con lugares alejados para poder sobrevivir”.
¿Hay una última esperanza? Así y todo, García todavía tiene fe: “esperemos que el nuevo Gobierno fije su mirada en el sector expendedor, dura e injustamente castigado a pesar de que las autoridades siempre recalcaron dar su apoyo a la pequeña y mediana empresa”.
La extinción de la empresa familiar
García explicó que “de las bocas que cerraron, muchas de ellas, herencia de padres a hijos que vienen de generaciones, sus dueños hoy enfrentan una situación económica sumamente delicada, imposibilitados de ejercer otra actividad que no sea la explotación y administración de una estación de servicio”.
Los no negocios inmobiliarios
García también refutó uno de los argumentos de las autoridades que sostiene que el grueso de las firmas que bajaron las persianas en realidad prefirió destinar el terreno para inversiones de la construcción. “El 50 por ciento de las bocas cerradas fueron en las rutas, caminos de acceso, donde el valor del metro cuadrado es ínfimo. Solamente, menos de un 5 por ciento, tuvieron la oportunidad de vender la tierra para edificar. De todos modos, perdieron el fondo de comercio y los puestos de trabajo, y 3.000 millones de dólares en equipamiento”.
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