“Cuando el gremio de los bancarios pateó el tablero y cerró los bancos, se quebró la cadena de pagos de los negocios”, disparó un hombre del sector de alimentos.
Las Estaciones de Servicio, por ejemplo, que cobran dinero en efectivo y en algunos casos cheques de sus clientes, no los pueden depositar en sus cuentas debido al cierre al público de los bancos y la suspensión del clearing bancario. El problema termina repercutiendo en el abastecimiento de combustible, ya que al no poder cancelar las facturas con las petroleras, se ven imposibilitadas de seguir comprando nafta y gasoil para vender.
Situación similar tienen los almacenes y casas de comidas, que al cobrar gran parte de sus ventas en efectivo, no pueden depositar ese dinero en las cuentas bancarias desde las cuales pagan a sus proveedores.
“La cadena se rompió. Yo tengo un cheque para pagarle a mi proveedor pero no puedo depositárselo en el banco para que lo retire. Mi proveedor, que con ese cheque paga salarios, no sé cómo hará para pagar los sueldos. La desesperación es total”, señaló el dueño de una mediana empresa que abastece de tomates en lata a uno de los supermercados líderes.
“Me resulta inentendible que los bancos no abran el público, al menos con un horario reducido. O siquiera para atender a las empresas que el gobierno consideró esenciales para este momento tan duro que nos toca vivir a todos”, agregó. “¿No es Palazzo, titular del gremio de bancarios, un defensor de este Gobierno? ¿Por qué no colabora?”, se preguntó, y reclamó: “Acá todos tenemos que poner el hombro”.
Misma situación atraviesan los supermercados, los cuales también recaudan grandes sumas de dinero en efectivo y se ven imposibilitados de depositarlas en sus cuentas bancarias para el pago a sus proveedores, salarios e impuestos.
Una alternativa sería coordinar con las transportadoras de caudales para que retiren el efectivo de los distintos negocios que requieran este servicio para poder seguir funcionando, como pide el Gobierno. “Pero exigen comisiones usurarias”, se quejó el dueño de una Estación de Servicio ubicada en el barrio de Belgrano. “Sabemos que para ese mismo servicio a las estaciones propias de las petroleras cobran entre el 1,5 y 2 por ciento del monto que transportan y a nosotros nos piden arriba del 6 cuando nuestro margen es, con suerte, del 11 por ciento. ¿Cómo hago? ¿Quién me protege a mí para que yo pueda seguir dando este servicio que consideran esencial?”, cuestionó.